Y no hablo de los debates de los presidenciables que, ha costa de llanto y risa, se han realizado. Más bien, me refiero al debate serio con la ciudadanía organizada y que los medios de comunicación debían trasladar al debate nacional. Ese intercambio serio y productivo, donde se le cuestiona al candidato o candidata acerca de la coherencia entre sus propuestas y los recursos necesarios para alcanzarlas, o se discute si las soluciones que se dan para los problemas del país son las más adecuadas o efectivas.
Por causa del manejo mediático y por la afición al deporte de ser shutes, Guatemala entera se estancó frente al televisor, la radio o el periódico, para seguir la telenovela de Sandra Torres, con su divorcio, discursos y apelaciones. Así, en vez de preguntarnos por quién votar y por qué votar, nos ocupamos de ver en qué terminaba el culebrón. Cuando, finalmente, a Sandra no la inscribieron, muchos analistas políticos dijeron que su error había sido no tener un Plan B. Pero resulta que muchos ciudadanos también se quedaron sin la paloma en la mano. Descuidaron el futuro condicional y pospusieron la pregunta ¿y si ella no estuviera, entonces por quién voy a votar? Unos felices y otros tristes, condenaron la estrategia, por el amorío con la coyuntura.
Las piezas del ajedrez se reacomodaron rápidamente y candidatos que tenían pocas posibilidades en esta elección, de repente, repuntan posiciones y ponen a la ciudadanía consiente en jaque mate. Ahora les toca votar con poca convicción y muchas dudas.
Pero esto no es lo peor, pues resulta que en este ambiente de dispersión también dejamos pasar el debate serio de quiénes están siendo propuestos para alcaldes y quiénes nos representarán en el Congreso.
El “guatecentrismo” capitalino hace que centremos nuestra atención principalmente en la coyuntura política de la ciudad capital, dejando en total descuido a la periferia. No se qué piensa usted, pero a mí se me para el pelo al ver que candidatos sin finiquitos o con denuncias pendientes ya fueron inscritos y se pasean campantes. El Periódico ha señalado a algunos: Edgar Arnoldo Medrano Menéndez, actual alcalde de Chinautla, quien busca la reelección. Leonel Arturo Chacón Barrios, alcalde de Cobán, Alta Verapaz, también busca reelegirse. Rafael Eduardo González Rosales, alcalde de San Miguel Petapa, señalado por otorgar contratos a empresas vinculadas con Medrano. Adolfo Vivar Marroquín, edil de La Antigua Guatemala, ha otorgado contratos a empresas de sus familiares. Gregorio Simaj García, alcalde de Santa Cruz La Laguna, Sololá, tiene una denuncia penal en su contra por los delitos de malversación, concusión, fraude y abuso de autoridad.
Es posible que muchos de estos pillos logren elegirse y, sin darnos cuenta, estemos cediéndoles territorio y poder a la corrupción y al crimen organizado. Mientras, los capitalinos, en su confort egocentrista, se sienten falsamente protegidos creyendo erróneamente que esto nos les afecta. Pero después se quejarán de la inseguridad, de la caída del turismo, de la corrupción, de la injerencia del narcotráfico y etc, etc, etc.
No sé si a estas alturas de la campaña se pueda hacer algo, pero que nos quede de lecciones aprendidas. Primero, que tenemos que preocuparnos de lo estratégico y no perdernos en la coyuntura. Segundo, los capitalinos también deben ser vigilantes de los candidatos de los departamentos. Guatemala es una sola y no la suma de sus partes. Y mientras la capital goce de más cabezas pensantes y más recursos, tiene el deber de asumirse como el hermano mayor, que cuida de sus otros hermanos más pequeños.