Las necias razones

Acercarse al campo para buscar efectos de acciones del Estado o de los Organismos de Cooperación, de impacto de las Políticas Públicas o consecuencias de la ausencia de éstas es un ejercicio repetido y técnicamente correcto, pero que cada vez suele volverse más aburrido y deprimente que la anterior.

La mayoría de los indicadores básicos y sobre bienestar de la población no van para mejor, la ausencia o carencias del Estado son evidentes y el síndrome de ratones envenenados de la cooperación no gubernamental es evidente, corriendo en desorden por todos lados, topándose, empujándose y tropezando en medio de un cúmulo de buenas intenciones.

Conversando con los actores, e indagando las causas vistas desde su perspectiva, suelen responder en primera instancia que existe una debilidad institucional creciente, que se manifiesta por lo general en un cambio de funcionarios con cada llegada de nueva administración en los Ministerios y Secretarías (ya no necesariamente el cambio cíclico de  los famosos cuatro años de administración gubernamental).

También identifican un aislamiento entre instituciones que deberían estar coordinadas e implementar programas comunes; esto es obvio que pone en riesgo el cumplimiento de compromisos tipo los pactos anunciados por la administración actual. Acá hay más de un elemento causal a identificar: un extremadamente precario equilibrio entre los criterios de planificación, que se mueven en péndulo desde el centralismo a una débil y desconectada  institucionalidad local.

Otro ingrediente de la receta es más o menos tierno, cuando se repiten estribillos que resaltan situaciones que si bien positivas se mantienen como mecanismos de vocalización que refuerzan algunas acciones o promueven consuelo, sin llegarse a institucionalizar el conjunto de instrumentos de política que los hagan estables y efectivos. El más repetido de estos temas puede ser el de la efectividad que tienen las acciones de apoyo a mujeres, tanto desde aspectos de salud, nutrición, educación, como de acceso a financiamiento en sus formas empresariales o de mejora de la situación personal. Éste es un llamado a modificar la forma tradicional que hemos tenido de diseñar políticas públicas, es necesario empezar a identificar sujetos priorizados, incluyendo acciones afirmativas claras.

También encontramos cómo se repiten espejismos románticos, especialmente cuando se habla sobre proyectos productivos y su forma de acceder a los mercados; en la agricultura se sigue soñando que una suma de pequeñas unidades productivas bien y socialmente administradas llevará a incursionar en mercados internacionales, cuando esto no es posible por razones que van desde las economías de escala hasta el aseguramiento de la calidad y más allá de no ser posible seguramente no es necesario, porque la misma rentabilidad tendrían con un mejor control de proceso y venta a mercados nacionales. Quizás otra muestra de este espejismo productivo es el término que muchos cooperantes aplican a procesos para “dar valor agregado” mediante agroindustria, el valor mayor está en vender en fresco, la agroindustria lo que permite es recuperar calidades inferiores y llevarlas al mercado, pero en fin, espejismo es espejismo.

Y cerrando el círculo, siempre es necesario llegar al campo, porque esto permite ver que en muchas situaciones propias de los territorios se han confundido prioridades especialmente en las acciones que rodean a los grandes temas o temas transversales, no se ajustan los trajes y se ve que era más grande el difunto. Esto sólo se ve en el campo porque si se concentra en el trabajo de gabinete, corre el riesgo de conocer un último detalle que le puede alterar la percepción: las Organizaciones no Gubernamentales dicen que las Gubernamentales piratean sus informes de avance y los presentan como propios y viceversa, dando final de retintín a los Planes Operativos Anuales mientras la población del municipio identificado como el de mayores índices de desnutrición, gasta más en tarjetas de recarga para tiempo de celular que en alimentos.

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