A cierta edad, no viene al caso decir cuál, hice la pregunta, “¿cuándo debo ir por primera vez al ginecólogo?”. La respuesta fue: “cuando quieras empezar tu vida sexual”. La verdad es que, para mi vergüenza, fui un poquito después. Mi madre no me acompañó, de hecho ni siquiera estaba enterada. Fui sola, cargando una mochila de libros y una sobredosis de miedo que infructuosamente trataba de ocultar debajo de una gran chaqueta.
La sala de espera de aquel consultorio tenía unos muebles especialmente incómodos de color vino. Pero de ese vino, que ya lleva tres meses de estar abierto y que casi tira a café marrón. Unos cuadros que uno se esfuerza en olvidar, colgaban de las paredes. Revistas aburridas y deterioradas en una esquina. Poca luz, poca ventilación y poca muchosidad, como diría el Sombrerero Loco de Alicia en el País de las Maravillas.
A primera vista, el médico parecía un anciano respetable. Me hizo pasar al consultorio, me mandó a colocarme la bata “mata pasiones”, que una nunca sabe si se la debe colocar con la apertura para atrás y dejar al aire su culpa, o con la apertura para adelante, exponiendo al viento su dignidad. Al final, no importa como se la ponga. Solo repítase a sí misma, “lo que Dios no tuvo pena en crear, por qué yo voy a tener pena en mostrar”.
El galeno hizo lo que tenía que hacer, tratando de ser simpático. Hasta que en un exagerado esfuerzo por generar confianza me dijo socarrón, “su novio la tiene bien abiertita”. El divino se refería a mi vagina. Yo tardé como tres días en darme cuenta. El miedo embrutece hasta al más pilas.
Pagué, me despedí y jamás volví con ese doctor. Ahora tengo 46 años, dos hijas y una lista interminable de visitas al ginecólogo. Como he vivido en varios países, me ha tocado mostrar mi sonrisa vertical a varios profesionales del ramo. Con toda honestidad, debo confesarles que nunca fue placentero, ni siquiera ha sido relajado. Lo hago por necesidad, no por satisfacción.
Les cuento mi historia con el afán de que los padres tomemos conciencia de lo que esta visita significa para una chica. Podemos hacernos los locos, dejarlas solas y hacerlas pasar un mal rato y quizá hasta un abuso, o podemos acompañar a nuestras hijas y ser parte de ese momento tan especial.
Les sugiero ir con una ginecóloga. Normalmente, ellas muestran mayor empatía y consideración, además, para una chica es más fácil mostrar sus partes íntimas a otra mujer.
Recuerden, “la primera vez es mejor, si se hace con amor”.