La estética del homicidio y de la muerte IV: Narco-Snuff.

El acto narrativo sobre la forma de muerte recoge lo que en el plano de la realidad está sucediendo, producto de las capacidades cognitivas del testigo u observador.

(***Advertencia, este artículo tiene contenido explícito que puede no ser apto para menores de edad. Recomendamos que sea leída con esta precaución).

Siendo así, la percepción de la realidad es siempre afectada por el sujeto que percibe. Michael Shermer lo expresa de forma muy clara al afirmar que ¨ la creencia nace primero, y después se asoman las explicaciones al respecto de dicha creencia¨. Por eso, para este autor, el realismo es dependiente de la sustentación de la creencia.

¿Qué estoy intentando decir?

 Para algunos lectores, los tres artículos anteriores que publiqué fueron grotescos debido a un relato detallado de las formas, maneras, estilos y modalidades de muerte en el crimen organizado mexicano. Sin embargo, es probable que no se tenga el mismo juicio sobre la Biblia, donde las formas discursivas en relación a la muerte, el homicidio y el asesinato abundan. Basta con revisar (lamentablemente no hay espacio para un ejercicio profundo) algunas menciones del Antiguo Testamento: El sanguinario Yawhue ordena al primer rey de Israel (Shaul) que ¨mate a todo hombre, mujer, niño y anciano de entre los amalecitas¨ ( I Samuel 15); los hijos de Jacob asesinaron a quienes mancillaron el honor de su hermana, haciéndolos pasar por la espada mientras aún sufrían el dolor de la circuncisión que en buena fe habían realizado (Génesis 34); el segundo Isaías relata con precisión y en forma apologética la forma de muerte del llamado Siervo Sufriente: la carne degollada, humillado y por si fuera poco, traspasado. Estas son algunas formas de equiparar el descarnar un cuerpo al acto de la redención.

Podría pensarse que el Nuevo Testamento es menos propenso a esta forma discursiva de violencia pero basta una simple lectura del Apocalipsis (Cap. XIII) para encontrar la referencia a ríos de sangre que emanan de los cuerpos oprimidos de los justos (cual uvas en la prensa) siendo tanta sangre que la misma llenaría varios estadios (anfiteatros). En suma, una matemática de los textos realizada por el teólogo converso Alfred Edersheim muestra que de ambos Testamentos, se hace aparecer el término infierno 11 veces, el término sepulcro 30 veces, el término sepultura 13 veces, el término sangre 66 veces y el concepto de carne desgarrada no menos de 55. Con tal balance, habría que recordar la sátira el himno ¨anglicano¨ de Monty Python: O Lord, please don’t burn us, don’t grill us or toast your flock. Don’t put us on a barbecue, or simmer us in stock. Don’t braise us or bake or boil us or stir-fry us in a wok.

Sarcasmo aparte, el aspecto medular de esta pieza es argumentar que no necesariamente un acto excesivo de violencia significa debilidad por parte del agresor. Por ejemplo, para Foucault, en Historia de la sexualidad: El uso de los placeres hay actos que deben racionalizarse y repetirse poco, pues son recurso escaso: El acto sexual que desemboca en la emanación del semen tendría una lógica economizadora para evitar el gasto de un recurso vital.

La lógica de mi explicación es diferente. La violencia del narco-horrorismo y del nuevo narco-snuff no requiere de economización alguna.

Actos violentos en exceso pueden mostrar una superioridad. Recuérdese la brutalidad romana. La crucifixión, llamada supplicium servile por Séneca, se caracteriza por el control del cuerpo al momento de la muerte, control que conllevaba la humillación en la destrucción lenta del mismo y la carencia de dignidad al momento de morir. Entonces, bajo esta misma lógica de muerte, las escenas en las plazas narco son llamativas: Siempre los muertos (hombres o mujeres) aparecen boca abajo, con los pantalones y la ropa interior bajada, nalgas al aire, humillados. En otros casos, además de la desnudez de las partes privadas, el tiro de gracia (y varios cientos de tiros más); los cráneos son fragmentados, las caras mutiladas, los penes cortados al igual que el clítoris, y el cadáver quemado. Todo esto hoy, se graba en vivo para el deleite de los miembros de Cartel.

Calderón afirma que todo esto (sí, todo esto, una realidad del narco mexicano cruda y fría que solo se aprecia cuando se recorre las rutas rojas) son formas desesperadas de quienes están perdiendo la guerra. Todo lo contrario. Hay tiempo y recurso de sobra. El narco-horrorismo se está transformando en narco-snuff. 

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