Los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango constituyen el certamen literario más antiguo del mundo de habla hispana. Este año arribaron a 105 años de existencia.
El certamen, de carácter hispanoamericano, ha tenido tres etapas. La primera se inició en 1916 y tuvo suspensiones en varios años, particularmente durante la época del dictador Jorge Ubico Castañeda, pues la literatura ha servido no solo para transmitir conocimiento, sino también como un vehículo para la protesta, la denuncia y el anuncio de todas aquellas situaciones que atentan contra la dignidad del ser humano, pero que en la cotidianidad no pueden expresarse de manera fácil. La segunda está datada en 1946 y tuvo un continuo ininterrumpido hasta 2019. En 2020, según me compartió el presidente de la Comisión Permanente, licenciado Julio Rodolfo Custodio, la funesta pandemia obligó a cancelar el certamen cuando se declaró duelo literario porque «las puertas de la creatividad tuvieron que cerrarse, como se cerraron los templos y los campos deportivos».
En aquella ocasión (2020), yo celebré esa decisión. Incluso publiqué un artículo llamado Un ejemplo de coherencia, donde enuncié: «No quiero ni imaginar el dolor que han de haber sentido los miembros de la comisión al rubricar semejante aviso, pues estamos refiriéndonos al certamen literario más antiguo del mundo hispanohablante, comparable en América Latina con el certamen literario de la Casa de las Américas, de Cuba; con el de la Fundación Rómulo Gallegos, de Caracas, Venezuela; con el premio de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA-Palabra), y con el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán, de la Universidad Tecnológica de Panamá». Necesario fue hacerlo ante la acometida del SARS-CoV-2 cuando ni siquiera se vislumbraban las vacunas y los antivirales. Y no se podía migrar de la presencialidad a la virtualidad en unas pocas semanas.
Y este año se inició la tercera etapa, la del renacimiento. Tuvieron como cuño la frase «Resurgimiento 2021». Estuvo dedicada la edición al bicentenario de la independencia de Centroamérica y a nuestro escritor símbolo, el premio nobel de literatura Miguel Ángel Asturias.
No se dieron cuenta los críticos de marras de que la comisión no estaba avalando gesta alguna, sino propiciando espacios de pensamiento y de expresión relacionados con dicho tema.
No faltaron algunas inconformidades debido a que se estableció un tema preciso, que fue justamente el bicentenario de la independencia. No se dieron cuenta los críticos de marras de que la comisión no estaba avalando gesta alguna, sino propiciando espacios de pensamiento y de expresión relacionados con dicho tema. Tal fue la trascendencia de esa decisión que la ganadora en la rama de novela, la doctora Mirta González Suárez, costarricense, compartió que esa autonomía la impelió a escribir La independencia, su obra premiada, a la que ella adjetiva (con una explícita sonrisa) de irreverente. Mirta González es licenciada en Psicología por la Universidad de Costa Rica, doctora en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, la primera directora de la Maestría en Estudios de la Mujer y también subdirectora del Centro de Investigación en Estudios de la Mujer de la Universidad de Costa Rica. Y su trayectoria literaria no es de menos categoría. Es ganadora de varios premios internacionales, entre los que resaltan el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en novela por su obra Crimen con sonrisa y el premio UNA-Palabra por su novela La gobernadora.
En la rama de ensayo obtuvo el primer lugar Diego David Greene Martínez, originario de Chiapas, México, con su obra Memorial de la independencia de Centroamérica. Y en la rama de poesía los laudos fueron para César Manrique de León Galindo, originario de Huehuetenango, Guatemala, por su obra Bicentenario fulgor del maíz.
Este resurgimiento se hizo con pie derecho. El certamen y su premiación fueron virtuales. Merced a ello, también se hizo entrega del primer libro electrónico que contiene las obras ganadoras. Se llama Libro para Hispanoamérica. Significa que los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango, los más antiguos del mundo hispanohablante, están ya en la era digital.
Una vez más agradezco a los honorables miembros de la Comisión Permanente (como ciudadano y como médico) haber hecho resurgir estas justas con todos los protocolos y cuidados que exige la situación que estamos viviendo a causa de la pandemia de covid-19. Ellos tendrán en nuestra historia un lugar preeminente.