La irresponsabilidad criminal de un gran número de motociclistas es una realidad cotidiana que no debe permanecer impune.
Por supuesto, no se puede ni se debe generalizar, porque no todos los y las motoristas son irresponsables.
Pero las estadísticas son contundentes. Los boletines estadísticos de seguridad vial que elabora el Observatorio Nacional de Seguridad de Tránsito (Onset) muestran que las motocicletas estuvieron involucradas en el 44 % de los hechos de tránsito registrados en 2020 y 2021, y en el 45 % de los registrados a julio de 2022. En contraste, los automóviles en el 21 % de 2020 y 2021, y en el 20 % a julio de 2022, mientras que los pick-ups en el 11 % en 2020, el 10 % en 2021 y en el 9 % a julio de 2022. También muestran que los motociclistas son los principales infractores de las normas de tránsito, con el 36 % del total, en contraste con los automovilistas (17 %), camioneros (14 %) o conductores de pick-up (12 %). El número de fatalidades y lesiones graves en hechos de tránsito también es mucho mayor en los motoristas: a julio de 2022 se han registrado 689 motociclistas fallecidos, 12 % más que en igual período de 2021, y 2,690 motociclistas lesionados, 1 % más que en igual período de 2021.
Es decir, no es una cuestión de prejuicio: la irresponsabilidad vial es, por mucho, más frecuente y aguda en motociclistas que en los conductores de los demás vehículos.
Sin embargo, para evitar sesgos y visiones peyorativas, el asunto debe analizarse con cuidado. Un factor explicativo muy importante es que la motocicleta es el tipo mayoritario en el parque vehicular, resultado de un crecimiento acelerado en las últimas décadas. Según los datos de la Superintendencia de Administración Tributaria, de los 4,741,373 vehículos registrados al 31 de julio de 2022, son motocicletas 2,134,490 (45 %). En contraste, se tienen registrados 857,393 automóviles (18 %), 706,872 pick-ups (15 %) y 641,239 camionetas, camionetillas y paneles (13 %). Es evidente que esta estructura obedece a que la motocicleta es el vehículo privado más barato y económico, como opción al transporte público, un servicio de pésima calidad.
Los altos niveles de fatalidad y lesiones obedecen a la naturaleza del vehículo
Los altos niveles de fatalidad y lesiones obedecen a la naturaleza del vehículo. Por carecer de carrocería y chasis, es evidente que la motocicleta es mucho más riesgosa, en particular porque los cuerpos del conductor y pasajeros van mucho más expuestos que en los demás tipos de vehículos. A esto se suma la irresponsabilidad y negligencia de no usar el casco protector. Claro, también hay automovilistas irresponsables que no se abrochan el cinturón de seguridad, pero el riesgo relativo es mucho mayor en el caso de los motoristas.
Entonces, ¿el problema es culpa de los motociclistas irresponsables? Sólo en parte. Buena parte de la culpa recae en las autoridades, que deben diseñar e implementar políticas y controles que correspondan a la magnitud y escala del problema. Son las autoridades las principales y directas responsables de la impunidad con la que con demasiada frecuencia se ven motoristas: usualmente repartidores de comida rápida, conduciéndose como cafres enloquecidos en zigzag vertiginoso; que en grupos cada vez más grandes, descaradamente (¡hasta se disfrazan!) usan la ruta a Antigua Guatemala como pista de carreras; que hasta llevan tres o más pasajeros, incluyendo menores; que ejercen un consuetudinario desprecio negligente al casco protector, pese a que las normas estipulan como obligatorio; o que manejan de noche, sin luces, entre muchos otros.
En tanto el transporte público sea la calamidad que es hoy, la motocicleta seguirá siendo la opción viable para gran cantidad de personas. Toca apoyo a los motoristas responsables, control y sanciones severas a los patanes irresponsables en dos ruedas.