Recuerdo una ocasión en la que conversaba con Carlos Castresana, quien como todo jurista español habría tenido cómo referente durante su formación el ordenamiento jurídico italiano. Hay que recordar que Italia, para 1948 promulga su Constitución Política y adopta la forma Republicana de Gobierno mientras que España tendría que transitar mucho antes del arribo a la Constitución del 1978, apoyada en referéndum y sancionada por el Rey Juan Carlos II. Incluso, no olvidemos aquí la tentativa de golpe de Estado y el Golpe de Estado orquestado por el teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero Molina.
Pero dejemos aquí la historia política española y volvamos al artículo.
De dicha conversación privada con Carlos Castresana, lo común era la admiración por los abogados anti-mafia Falcone y Borsellino. Castresana había iniciado su carrera dos años después del homicidio de Falcone y toda la generación de juristas europeos continentales que gradúa a inicios de los años noventa tendrá siempre en mente a Giovani Falcone y Paolo Borsellino.
Esa experiencia del combate al crimen organizado y la decapitación de esa ´Hidra´ llamada Cosa Nostra planteó una lección, una hoja de ruta, un mapa, un modelo que indirectamente se ha trasladado al plano internacional en el mecanismo denominado La Convención de Palermo. Esa misma admiración por el ´Legado Palermitano´ la encontré también en el Profesor José Ma. Rico, en Samuel Hernández, en Stefano Fumarollo (hoy director de la Fundación ´Libera´ creada por el sacerdote progresista Liuggi Ciotti) y en el difunto Santiago Vasconcelos ex sub-procurador de la SIEDO en México.
Lo menos que intento es la adulación a una figura u otra. Lo que me parece interesante es que cada perfil en posición estratégica de combate al crimen organizado tiene muy claro la necesidad de la reconstrucción del tejido social y la propia depuración del sistema, entendiendo que esto último es una labor titánica. Por eso Falcone y Borsellino son íconos. En Guatemala y en México (con mayor fuerza a partir del Panismo) la influencia intelectual pasa por la emulación del Plan México y la suposición en cuanto a que necesariamente son las fuerzas armadas el único estamento capaz de ser inmune al Crimen Organizado y que además pueden reconstruir la institucionalidad política. Ambos puntos son debatibles a la luz de las recientes experiencias tanto en México como en Guatemala donde los nexos entre el Narco y las cúpulas militares han quedado al descubierto.
Hay una primera interpretación en torno al éxito del legado de Falcone y Borsellino.
Los golpes dados a la Cosa Nostra por Falcone y Borselino debilitaron a la organización pero al mismo tiempo, le mostraron a todo mundo que el Estado italiano no era indiferente a lo que sucedía.
La segunda interpretación sobre el Legado Palermitano proviene del texto publicado recientemente por Vicenzo Scotti titulado: Pax mafiosa o Guerra: Aventi anni dalle stragi di Palermo. Scotti, quien al momento de la muerte de Falcone era Ministro del Interior, presenta una verdad conmovedora: Falcone y Borsellino sabían de la sentencia a muerte que pesaba sobre sus cabezas, lo que no sabían era que la mafia era el brazo operador del Estado italiano. Estado y mafia pactaron la no agresión pero el precio fueron las cabezas de ambos.
Esta misma historia es confirmada por el boss arrepentido de la N’drangheta (pentiti) Luigi Bonaventura quien desnuda las presiones alemanas sobre Italia para que la N´drangheta no se expanda en Alemania y por lo tanto se obligó a un pacto entre el Estado italiano y la mafia de Calabria. Pero resulta que también, Bonaventura se refiere a lo que sus colegas sicilianos confesaban entre murmullos: A petición de la Cosa Nostra y para firmar la paz, el Estado ´puso´ a Falcone y Borsellino.
El mayor reto en Guatemala, en México, o en el Meridiano italiano es saber qué hacer cuando el crimen organizado se enquista adentro de las más altas esferas; mafiocracias o narcocracias. México aún espera apresar (no entregas pactadas) a los capos que somatan la mano en la mesa del Ejecutivo. Pareciera que en Guatemala el reto es cortar las ligas entre actores muy particulares del narcotráfico y la Vicepresidencia.
Es una hidra de mil cabezas y no basta preguntarse cómo sino, quién se atreve a tocarla. Mientras esto no cambie, todo lo demás es simplemente, estético.