Yo estoy seguro que llegó exactamente igual que como vino al mundo: sin títulos ni preeminencias, sin borlas ni bonetes y sin haber cambiado el tono de su voz cuando fue promovido al episcopado (excepción hecha de las transformaciones que impone el paso del tiempo a las cuerdas vocales).
Fr. Luis Miguel Otero, Superior de los Dominicos de Cobán, logró un monumental resumen de la personalidad de don Gerardo Flores Reyes en unas pocas líneas. Lo publicó en sus redes sociales y me permitió reproducirlo en este artículo. Lo transcribo en los párrafos siguientes.
De la página de Facebook del Centro Ak’ Kután Fray Bartolomé de las Casas [1]:
Gerardo Flores. Cuerpo grande, vozarrón, enérgico, de acción, una vez viajó a Madrid para entrar a un programa de televisión, dormir y volver al día siguiente. Dicen que entró mal a Cobán; con alguna autoridad y poco más. Traía mala prensa: era de los de cáritas. No se acobardó, cuando entregó la diócesis su parroquia fueron por años los movimientos laicales.
No fue al Concilio, no era de discursos teológicos. Pero escribió una carta pastoral en el año 85 proponiendo una ‘iglesia autóctona, profética y en marcha’. Declaró a sus catequistas como la columna vertebral de la diócesis. En 1996, en México, se atrevió a defender la teología india delante del cardenal Ratzinger.
Cercano a la gente, de los que quieren y hacen que las cosas se hagan: Seminario, Casa Damasco, Santa Cruz, Monasterio Carmelitas, Centro Bartolo Perlo, Radio, Pastoral Social… más de mil programas de radio. Igual llevaba a un retiro a la dueña del prostíbulo que llamaba al general para pedirle que controlara a algún matón.
Le tocó duro, le mataron a un montón de gente en Panzós, fue a recibir a los que andaban escondidos en las montañas y los guardó en el convento hasta que los pudo dejar en sus comunidades.
S. Pedro lo habrá recibido allá arriba con marimba.
Me constan todas las remembranzas (vistas o relatadas por don Gerardo Flores). Por su trascendencia, destaco dos entre ellas.
La primera fue el casi enfrentamiento que tuvo con el cardenal Joseph Aloisius Ratzinger en México. Por supuesto, no estuve allí. Fue Monseñor Flores quien me contó lo sucedido a su regreso a Cobán. Ratzinger era nada más ni nada menos que el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Entiéndase: el Santo Oficio. El resultado de la discusión fue como venido de la divina providencia. A partir de entonces el cardenal Ratzinger sugirió (no ordenó) que todo aquello relacionado con las teologías indígenas pasaran por la lectura de S.E. Monseñor Gerardo Flores Reyes. Difícil de entender, difícil de concebir en una personalidad como la del Prefecto. Sucede que, de acuerdo a sus biógrafos, el cardenal Ratzinger: «Entendía que había que superar la abstracción metafísica de la neoescolástica en la que consideraba estaba atrapada la teología católica. Defendía la necesidad de abrirse a un nuevo lenguaje que, partiendo del Evangelio, conectase existencialmente con las inquietudes del hombre concreto contemporáneo. En ese sentido, no ha ocultado la influencia en su enfoque de la filosofía de existencialistas como Heidegger o Karl Jaspers»[2].
La segunda concierne a su Primera Carta Pastoral[3]. Nos hacíamos algunas bromas. Yo le reclamaba que se trataba de la Primera (y única) Carta Pastoral. Y él me respondía: «Para qué más. Estará vigente por muchos años». Huelga decir que tenía toda la razón. Por su vigencia es muy probable que se haga una segunda edición en algún momento conmemorativo de su nacimiento a la eternidad.
Con Fr. Luis Miguel Otero compartimos la opinión de que habrá sido recibido en el cielo no solo con marimba sino con la letra y los arpegios de la Misa Campesina. A Monseñor Flores le gustaba mucho el canto de entrada de esa misa: «Vos sos el Dios de los pobres, el Dios humano y sencillo, el Dios que suda en la calle, el Dios de rostro curtido. Por eso es que te hablo yo, así como habla mi pueblo, porque sos el Dios obrero, el Cristo trabajador…».
Su lema episcopal fue: Por los hogares y los altares. La fotocomposición que acompaña a este artículo: su escudo episcopal y los niños recibiendo de sus manos la Primera Comunión así lo demuestran.
Hasta la próxima semana si Dios nos lo permite.