Afirma Pinker que los instrumentos heredados del humanismo han producido una caída, un descenso en la agresividad humana. Resultado de este descenso en la agresividad humana el número de guerras –dice Pinker- es mucho menor que en el pasado.
Cierto o no, lo que sí es interesante del argumento de Pinker es su explicación en torno del origen de la acción denominada como violenta. Tal cual, “la acción violenta” en sí sería posible dado que el cerebro humano ha conservado “los circuitos agonísticos y de predominio en los mamíferos”,[1] que fundamentalmente dan como resultado dos cosas: 1) actitudes de antagonismo para protección de recursos-supervivencia-, y 2) producen placer en el sujeto que ejecuta la acción violenta. Esto último es resultado, en la opinión de Pinker dado que “los dispositivos neurales de la agresión ofensiva se enlazan con los de la recompensa fisiológica”.[2]
De acuerdo a la tesis de Pinker, en la medida en que las desigualdades económicas se reducen y además, en la medida en que los estados (cual monopolizadores de la violencia legítima y del arbitraje de las disputas) reducen la necesidad de la “venganza privada”, en esa medida, los índices de violencia serían menores.
Para el estudio cultural de las formas de violencia, esta afirmación de Pinker delinea varias regiones.
Es interesante construir una región geográfica común en la cual las similitudes están en la ausencia del Estado y la concentración de la autoridad en organizaciones paralelas. Fácilmente se podría trazar una línea desde Limón (Costa Rica) hasta Jutiapa, desde Jutiapa a la frontera Sinaloa-Juárez y, con mucha facilidad abarcar esa zona denominada “Europa sur” siendo Calabria, Sicilia, Nápoles y Albania fabulosos exponentes de esta realidad cultural.
Durante los últimos 30 días, tuve la oportunidad de estar en Nápoles colaborando en un proyecto apoyado externamente por la Fundación Libera y a título personal por académicos de la Universidad Federico II.
Aunque pertenezca geográfica y políticamente al proyecto europeo, Nápoles (y en particular las zonas del Avellino, Casale del Principe, Caserta, y en particular la terrible zona de Scampia),[3] reconstruyen formas culturales de violencia y de control sobre el individuo que perfectamente podrían ser comunes en el norte de México. Pero hay una diferencia. En los últimos 30 años –tomando las cifras de Roberto Saviano- la Camorra en sus diferentes guerras internas,[4] ha producido un aproximado de tres mil homicidios violentos, lo cual hace aterrador mencionar las cifras de homicidios violentos anuales en México. Aunque los expertos sugieren no comparar cifras absolutas, algo debe estar mal cuando nuestros países producen más muertos que la organización criminal más poderosa de Europa.
¿Por qué sucede esto?
Diego Da Silva, otro de los autores napolitanos en relación a la violencia camorrista, afirma que de a poco la misma Camorra toma índices “europeos”, con lo cual comienza a sustituir la violencia tipo “perros callejeros” por una delincuencia profesionalmente organizada que haga el crimen más aceptable, en términos de producir una violencia racional que los estados pueden combatir. [5]
Este proceso parece que no afecta las formas criminales en Mesoamérica donde al contrario, la violencia del crimen organizado no es racional y no tiende a contenerse. De alguna forma, este tipo de violencia se nutre de una cultura con una altísima afición por la muerte (indistintamente si el sujeto es o no miembro de una cultura criminal particular).
En conclusión, estoy diciendo que en Europa las formas de violencia son “más civilizadas”, dadas las claras reglas impuestas por los estados sobre la delincuencia organizada (no viceversa) en cuanto a cómo ejecutar la conducta violenta.
¿Soportaría algún país europeo la cifra de 90,000 muertos como resultado de la estrategia de seguridad?[6]
[1] Ibid
[2] Ibid
[3] Para un explicación al respecto de este contexto geográfico es útil leer el texto de Roberto Saviano titulado Gomorra. También es útil la cinta Gomorra de Matteo Garrone (película basada en el texto de Saviano). Considérese útil también el libro de Diego De Silva Certi Bambini, un retrato de los niños reclutados por la Camorra en las zonas pobres de Avellino.
[4] El término en italiano es Faida, para referirse a guerras internas entre la Cosa Nostra, la Camorra, o cualquier asociación mafiosa del sur de Italia.
[5] Da Silva acuña el término “Camorra sostenible”.
[6] Esto en referencia al caso mexicano y la terrible cifra total que suma muertos y desaparecidos al final del sexenio de Calderón.