En un principio, la estrategia fue eliminar del debate los puntos débiles de la actual gestión de gobierno, cubrir la promesa de la “seguridad con inteligencia”, para ello era necesario apartar al Partido Patriota (PP) del argumento de la mano dura y llevarlo a jugar en la cancha de los programas sociales.
En un principio, la estrategia fue eliminar del debate los puntos débiles de la actual gestión de gobierno, cubrir la promesa de la “seguridad con inteligencia”, para ello era necesario apartar al Partido Patriota (PP) del argumento de la mano dura y llevarlo a jugar en la cancha de los programas sociales.
La estrategia estaba dando algunos resultados y el manejo de tiempos parecía adecuado. La última encuesta de Cid-Gallup (realizada del 11 al 15 de mayo) con una fracción de 30% de indecisos, establecía un margen de tan sólo siete puntos de diferencia entre los dos candidatos. El divorcio de la pareja presidencial ya no era noticia y los medios se habían calmado en el acecho a la intimidad del gobernante. El tema de la reforma fiscal se iba calando en el ambiente respaldado por la comunidad internacional; y en la campaña patriota ya se realizaban declaraciones en relación a la continuidad de los programas de cohesión social, mensajes que generaban algo de confusión debido a que en los años anteriores la bancada no hizo sino atacarlos.
Sin embargo, la guerra de carteles mexicanos en Guatemala y la decisión del Gobierno de arremeter contra algunos barones del narcotráfico, se convirtieron en el detonador de un nuevo escenario que tornó indirectamente a los Zetas en los mejores jefes de campaña del PP. Obviamente, se veía venir un año violento, pero pocos imaginaron un hecho tan sangriento e impactante como el de la finca Los Cocos. El efecto fue que durante la semana anterior muchos votantes indecisos sentaron una posición de cara a las próximas elecciones.
El nuevo escenario complica bastante a la UNE, pues a tres meses de la primera vuelta no hay tiempo para improvisaciones o disputas. Remover estrategas, cuya efectividad ha sido comprobada en contextos complejos, no parece la decisión más adecuada, pues técnicamente la estrategia de la UNE requiere de mucho conocimiento y experiencia debido a sus restricciones.
El no poder atacar al Gobierno en relación con temas apremiantes —como la seguridad o la protección de los recursos naturales—, el que su candidata no dé declaraciones a los medios y la imposibilidad de explotar valores como los familiares o hablar francamente de su experiencia en el sector público, son algunas de las condicionantes con las que se deben enfrentar los expertos en el manejo de la imagen de la UNE. Adicionalmente, estos especialistas se encuentran limitados por un grupo de financistas que poco valor aportan a un cambio en el modelo de país desde sus empresas (medicamentos, fertilizantes, gas, minería, etc.), por la promoción de un vicepresidente desconocido para mayoría de la población y por la ausencia de figuras que destaquen más allá de lo local.
Finalmente, los expertos deben tener en cuenta que en la UNE existen elementos que no permiten desarrollar acciones que arrastren votantes de segmentos o territorios con votación contraria. En este sentido, se subraya que cuatro años no han sido suficientes para definir un proyecto socialdemócrata que vaya más allá de los programas de cohesión social, y que han existido algunos pactos pasados que limitaron las acciones de militancia como el de la capital.
No es de extrañar, entonces, que en tanto los patriotas tienen márgenes de acción amplios y no requieren de profundidad, las maniobras de la UNE solo han podido concentrarse en la imagen de su candidata, en los programas sociales y en la mujer guatemalteca; tampoco es de extrañar como un cambio de escenario ha evidenciado la vulnerabilidad de la estrategia de la UNE. La campaña que la UNE muestra hasta el momento, carece de innovación, no busca acrecentar el caudal de votantes que ya posee; y abandona su suerte al efecto de los spots publicitarios y a los espacios televisivos previamente editados, dejado un gran espacio para que la prensa escrita haga uso a su antojo de los discursos y las pocas declaraciones de su candidata.
Ahora la UNE debe jugar en el terreno de los patriotas, de los movimientos que realice en las próximas dos semanas dependerá que sus números despeguen. Por el momento, la receta parece ser la misma de hace cuatro años, caer en el juego de los ataques personales para llevar el debate al área tabú de los patriotas. El objetivo es que los electores decidan esta vez entre la continuidad de algunos procesos que se han iniciado en este gobierno o la experiencia pasada de Pérez Molina. Habrá que esperar cómo influye en esta maniobra el ritmo que marquen las acciones de los Zetas. Lo lamentable de que este escenario prevalezca, es que la decisión final de elegir es gobernada por el temor, para unos, de la agravación de la situación de violencia, y para otros, de repetir el pasado.
Afortunadamente, para el debate, no para la población, considero que el invierno que se avecina puede atenuar el nuevo escenario. Abrir un nuevo espacio que estaría delimitado por una parte por la vulnerabilidad de la pobreza frente a la naturaleza, y por otra, por la repuesta del Gobierno a las calamidades y a la reconstrucción de la infraestructura. Amanecerá y veremos.