Entre montañas

Al descubrirme en una cueva oscura, debajo de la tierra, donde la respiración se torna difícil y cada paso viene con el riesgo de caer y con el miedo de la desubicación, es fácil identificarse con la relación que los mayas quichés hicieron entre las cuevas de Kumarcaaj y el inframundo.

El inframundo y Guatemala también se parecen mucho. En este país es difícil vivir porque cada vez menos tenemos la estructura normativa que nos permita convivir unos con los otros. Es tierra de nadie, no hay seguridad ni certeza de nada. Y a pura fe vamos caminando en la oscuridad pensando en que en algún momento vamos a ver la luz.

Quiché es un departamento bastante explicativo de lo que somos y de por qué estamos viviendo en las tinieblas. Las exuberancias naturales del lugar son maravillosas, en Quiché se descubre el color verde en todas sus tonalidades. Las montañas lo acorralan a uno en pequeños valles donde la neblina no deja ver con claridad.  El agua de los ríos corre de una forma violenta con energía vital. Son precisamente esas características del país las que nos hace decir que somos un país con gran potencial de crecimiento.

Sin embargo, estos accidentes geográficos que hacen de Guatemala un lugar tan increíble también hacen sumamente difícil la interconexión de estos lugares con el resto del país. A pesar de que las distancias en Guatemala deberían de ser cortas ya que somos un país pequeño, llegar de la ciudad capital al municipio de Nebaj es un viaje de mínimo 6 horas. El que sea tan difícil recorrer nuestro país y que por miedo no nos conozcamos, nos hace vivir en la oscuridad de uno frente al otro. No nos conocemos y por lo mismo no tenemos identidad, no sabemos a dónde vamos.

En época del conflicto armado interno nadie viajaba al Quiché por miedo, ya que era el centro de la conflictividad y el lugar que presenció las masacres más crueles. Sin embargo, hoy tampoco es un lugar conocido por los guatemaltecos. Siguen siendo montañas que albergan a un pueblo del que pocos conocen. El desconocimiento genera prejuicios e intolerancia. Quien no conoce Quiché es probable que tampoco comprenda la conflictividad social respecto a la actividad minera o hidroeléctrica en esas áreas.

Es por eso que la infraestructura vial es vital. Muchos justifican la construcción de carreteras en relación con la actividad económica, tal es el caso de ampliación a cuatro carriles de la CA-2 Occidente. Yo considero que esas son carreteras que se pagan solas, quienes las utilizan podrían pagarlas y el Estado no debería asumir ese costo. En cambio, las carreteras que no se pagan solas porque no son vías por las cuales se transporten bienes pero que generan paz social son las que el Estado debería de priorizar.

Con carreteras y túneles que nos permitan conocernos probablemente saldríamos de este inframundo desconectado en el que vivimos. 

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