En caída hacia el fraude electoral en 2023

De continuar la situación como hasta ahora, todo apunta a que lo más probable es que las de 2023 serán unas elecciones amañadas y fraudulentas. Es decir, cuatro años más de podredumbre y corrupción, la verdadera consolidación de un imperio narco.

Con sus últimas acciones, Alejandro Giammattei se confirma como un presidente corrupto y mafioso, cuya sobrevivencia depende del amaño y fraude electoral en 2023.

La reelección de Consuelo Porras, el fraude de la elección del rector de la Usac, la corrupción rampante y el saqueo del erario público, particularmente descarado y voraz en el Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda, son solo los más recientes y más escandalosos desmanes de Giammattei y su gavilla de corruptos y mafiosos. Pero el aquelarre es generalizado. Giammattei y Porras lideran ya a un pacto de corruptos crecido como nunca antes, nutrido de narcotraficantes, alcaldes, diputados, jueces, fiscales, militares criminales de guerra, empresarios evasores de impuestos, pastores religiosos fanáticos (pero millonarios), entre muchos otros. Prácticamente cualquier expresión del crimen y el hampa está representada en las filas de Giammattei.

La pasividad y apatía ciudadanas les tiene más que cómodos. Se sienten envalentonados, embriagados de adrenalina porque se sienten todopoderosos. Ya se permiten acosar y atacar a la prensa independiente y el exilio de fiscales y jueces anticorrupción lo lucen como medallas. No solo se solazan en sus borracheras y orgías, sino además empiezan a sentirse insaciables e intocables. Prueba de esta actitud sobrada es que, con la pasividad y tibieza que hasta el momento demuestra el gobierno estadounidense del presidente Biden, se burlan con sorna de las sanciones como el retiro de visas o la inclusión en la denominada Lista Engel. «De todas formas, la rumba está mejor en Panamá y Colombia, que en Miami…», fanfarronean.

Ya se permiten acosar y atacar a la prensa independiente y el exilio de fiscales y jueces anticorrupción lo lucen como medallas

Seguramente cuando reeligió a Consuelo Porras como fiscal general y jefa del Ministerio Público, Giammattei se sintió más poderoso que nunca. Esto porque prácticamente le escupió al rostro al Departamento de Estado estadounidense, mofándose de sus mensajes y de la nominación de Porras en la Lista Engel. Además, arrogante e hinchado de soberbia, declaró públicamente que, dado que seguramente el gobierno estadounidense no le invitaría a la Novena Cumbre de las Américas, se había adelantado a notificar que no asistiría. Un segundo escupitajo al rostro de los gringos… sin que pase nada, sin consecuencias.

Se resisten a creer que, con un proceso electoral limpio y legítimo, su parranda se les puede acabar a partir de enero de 2024. En sus momentos de lucidez y sobriedad, alcanzan a convencerse de que deben intensificar sus esfuerzos por destruir, desde ya, los procesos de inscripción de partidos políticos, de los cuales podrían surgir candidaturas que arruinen la perspectiva de, por ejemplo, Manuel Conde Orellana, a la sazón, hoy el más probable candidato oficialista de Giammattei, o las consabidas alternativas de este pacto de corruptos, Sandra Torres o Zuri Ríos.

Un posible esquema de fraude sería más o menos replicar el perpetrado en la elección del rector de la Usac. Podrían, por ejemplo, permitir la participación selectiva de partidos y candidatos, al mejor estilo de Daniel Ortega en Nicaragua. Se rumorea ya que posiblemente dejen participar al partido Movimiento para la Liberación de los Pueblos, constituido principalmente por miembros del Comité de Desarrollo Campesino (Codeca), porque les serviría «para meter miedo», y estimular el voto a un único candidato derechista, como Manuel Conde Orellana. Con un Tribunal Supremo Electoral muy corrupto y servil a Giammattei y Porras, como efectivamente lo es ahora, los escenarios de bloqueos selectivos podrían responder a cálculos políticos diversos, o intereses o conveniencias del momento.

Por desgracia, de continuar la situación como hasta ahora, todo apunta a que lo más probable es que las de 2023 serán unas elecciones amañadas y fraudulentas. Es decir, cuatro años más de podredumbre y corrupción, la verdadera consolidación de un imperio narco.

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