El modelo no es atractivo por improductivo

Haciendo gala de erudición económica, los que ocupan espacios preferentes en los medios de comunicación tienen en este momento dos temas recurrentes.

Primero, señalan contundentemente lo que hace rato se veía venir: que la economía del país se encuentra estancada cerca del fondo del pozo. Y segundo, afirman que no se logra atraer la inversión tan necesaria para superar el mal momento, especialmente a través de la generación de empleo.

Algunas veces por falta de originalidad y otras porque actúan en función del compromiso sectorial de colocar temas de política económica en la agenda pública, repiten sistemáticamente las causales de moda que se suceden unas a otras y que tienen efecto acumulativo. Hablan de «certeza jurídica», de «infraestructura», de «falta de seguridad», y así sucesivamente sin faltar a la verdad, pero ignorando u olvidando, al menos en el planteamiento público, algo que parece ser motivo de vergüenza nacional: la evidente falta de productividad de la economía nacional.

El cómo combinamos los factores de producción, lo cual hacemos tan eficientemente, es lo que nos permite ser productivos. Pero nuestros factores no tienen la mejor calidad. El trabajo ya forma parte de una generación que ha padecido desnutrición crónica y no ha sido formada por un buen sistema educativo. Los recursos naturales, empezando por los suelos, están degradados. El capital físico es insuficiente e ineficiente. Además, el financiero no está disponible como debería en el marco de un capitalismo moderno. Por cierto, una economía sin ley de competencia vigente no debería dárselas de capitalismo moderno.

Está bien que en el cortísimo plazo (pero cortísimo) haya que seguir pegando parches, pero este pantalón de payaso no da para más.

Y en la época de la economía del conocimiento no invertimos ni en generar ni en comprar tecnología. Un ejemplo: recientemente, en un evento del sector agrícola, se dijo que el factor determinante para acceder a mercados en Norteamérica es recuperar carreteras y la eficiencia de los puertos. Cierto, aunque se haya obviado la necesidad en este sector de tener caminos rurales. Pero además se vuelve a ignorar que el sector no tiene niveles aceptables de productividad, que la investigación pública y privada en el sector está abandonada, que ni siquiera nos hicimos miembros de la unión para la protección de las obtenciones vegetales y que de esta forma ni siquiera podemos comprar la tecnología en semillas. Y de ribete, el sistema de extensión agrícola para preparar a los productores no existe, no está funcionando.

Se sigue hablando en el ritmo de la perorata. Está bien que en el cortísimo plazo (pero cortísimo) haya que seguir pegando parches, pero este pantalón de payaso no da para más. Y de nada sirve que importemos modelos si vamos a montarlos sobre bases ineficientes, improductivas, inútiles. Y esto no es culpa de la lucha anticorrupción ni de la situación política ni de nada parecido. El cambio en el modelo económico urge.

Autor