Es una meta más noble que unirse a un coro celestial, fundirse en un espíritu cósmico, o reencarnarse en un ser vivo superior, porque puede ser justificada a cualquier ser pensante, sin necesidad de inculcarla a facciones arbitrarias por medio del carisma, la tradición o la fuerza” Steven Pinker (2011: 695).
El libro intimida por su grosor: 800 páginas. El autor aún más: Steven Pinker, una de las mentes más brillantes entre los científicos contemporáneos. El tema: el comportamiento violento de los humanos modernos. Se titula: The Better Angels of Our Nature, Why Violence has Declined (Viking, 2011). A continuación, una especie de reseña bibliográfica, traduciendo libremente las principales ideas del autor. La primera parte del título es en referencia al discurso de Abraham Lincoln al iniciar su primera administración de gobierno (Marzo 4, 1861), a pocos días de que la Guerra Civil fuera declarada. Ante la inevitabilidad del conflicto, que finalmente dejó más de 600 mil muertes, Lincoln ponía sus esperanzas en un futuro en el cual prevaleciera lo mejor del ser humano para la cooperación y la paz. La segunda parte del título es lo que más llama la atención de los lectores.
Aunque es difícil de creer, vivimos en la época más pacífica de nuestra existencia como especie. El mismo Pinker reconoce que “la misma idea invita al escepticismo, la incredulidad y hasta el enojo. Nuestras facultades cognitivas nos predisponen a creer que vivimos en tiempos violentos, especialmente cuando esto es presentado por los medios de comunicación que siguen la consigna de <<si sangra, es noticia>>. La mente humana tiende a estimar la probabilidad de un evento con base a la facilidad con la cual puede recordar ejemplos, y es más probable que las escenas de violencia entren en nuestras casas y se instalen en nuestra memoria que los casos de personas que mueren naturalmente a una edad avanzada”.
Pinker explora la psicología de la violencia y la no-violencia, recordándonos que la mente humana es un complejo sistema de facultades cognitivas y emocionales que residen en nuestro cerebro, fruto de millones de años de evolución biológica. Mientras algunas de esas facultades nos inclinan hacia la violencia, otras nos llevan a cooperar pacíficamente con los demás. Por ello, intenta mostrar los cambios culturales y materiales que, interactuando con dichas facultades de la mente, nos han conducido a ser menos violentos. La mayor parte del libro se dedica a explorar seis tendencias históricas favorables a la no-violencia:
- El Proceso de Pacificación iniciado hace unos doce mil años, cuando nuestros ancestros pasaron de ser cazadores y recolectoras a vivir en civilizaciones agrícolas, con ciudades y Estados.
- El Proceso de Civilización, mucho más reciente, a finales de la Edad Media europea, cuando los feudos territoriales se consolidaron en grandes reinos con una autoridad central y una infraestructura que facilitó el comercio.
- La Revolución Humanitaria, con raíces en la Grecia Antigua y el Renacimiento Italiano, de la Ilustración Europea de los siglos XVII y XVIII en contra del despotismo, la esclavitud, los duelos por honor, la tortura judicial, las muertes por superstición, el castigo sádico y la crueldad contra los animales.
- La Prolongada Paz, posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando los grandes poderes y los Estados desarrollados, en general, dejan de hacerse la guerra.
- La Revolución de los Derechos que surge después de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948: pro derechos de las minorías étnicas, los derechos de las mujeres y los niños, los homosexuales, y de los animales.
- La Nueva Paz, tras el final de la Guerra Fría, cuando las guerras civiles, los genocidios, la represión de gobiernos autocráticos y los ataques terroristas disminuyen en el mundo.
Por cierto, como insumo útil para el debate nacional, dedica una sección al genocidio, que define como “dar muerte a personas por su raza, religión, etnicidad u otro marcador de pertenencia grupal” y lo distingue del politicidio: “el dar muerte a personas por su afiliación política”. Ambos conceptos se pueden resumir en el democidio: la eliminación masiva de personas por lo que son, y no por lo que hacen.
Continuaremos…