De eso han pasado ya 41 años. No se puede decir que la fecha pasó en silencio, pero sí que, en comparación con años anteriores, causó menos conmoción y ocupó menos titulares de prensa. Una breve nota recuerda que ese mismo día, unas horas antes Annie Lebovitz tomó lo que sería una de sus últimas fotografías para una portada de Rolling Stone, en la cual Lennon se negó a salir sin Yoko Ono.
Mientras pienso en estas líneas, voy escuchado en el auto A day in the Life en el tráfico de la Avenida Reforma. La canción, que de vez en cuando aparece en mis playlists, me recuerda ese viejo encanto de las madrugadas en camino hacia la universidad con los audífonos puestos, mientras el autobús avanzaba con prisa sobre la avenida 6 de Diciembre, en Quito.
Seguramente el mundo no es un sitio mejor desde esa noche de 1980, en que la vida de Lennon fue tomada por un loco que cumple cadena perpetua
Guardo el recuerdo de las noticias en la radio anunciando la muerte de Lennon; de los titulares en los diarios al día siguiente; y de mi padre, repitiendo que con eso se acababan las posibilidades de la reunificación de los Beatles, particular que tampoco le quitaba el sueño, pues como insistía desde su moral católica, habían cometido la soberbia de considerarse más grandes que Jesucristo.
En la entrevista que concedió en 1966 a Maureen Cleave, que intentaba ser un retrato de la cotidianeidad en la vida de un John Lennon que vivía en una zona de clase alta, rodeado de no pocas comodidades, que incluían un excéntrico Rolls Royce, él afirmó lo siguiente: «Ahora mismo somos más populares que Jesucristo. No sé si el cristianismo durará más que el rock’n’roll. Jesucristo era un buen tipo, pero sus discípulos han resultado cortitos y vulgares. Manipularon sus enseñanzas y eso me fastidia.»
La figura del Lennon puede recibir muchas interpretaciones. Hay quienes evocan su activismo a toda prueba, usando Give Peace a Chance como un ícono, canción de múltiples usos, como en los prolegómenos de la primera o segunda invasión a Irak. Sin embargo, esa interpretación de Lennon colisiona de lleno con lo que no puede describirse con otro adjetivo que no sea resentimiento para describir su relación con Paul McCartney. How Do you Sleep? Es una muestra de eso, con versos como «So Sgt. Pepper took you by surprise» o «the only thing you did was yesterday»
Este año Peter Jackson lanzó «Get Back», un documental de tres capítulos y ocho horas de duración, que para quienes no sean fanáticos declarados de los Beatles, puede resultar en un ejercicio de navegación entre longitudes y latitudes que impresionan como un exceso que, de acuerdo a las críticas de Alexis Petridis en The Guardian, puede perjudicar la salud mental de quien lo mira, o de acuerdo a Carlos Boyero en el País, aburre o irrita la mayor parte del tiempo.
Seguramente los fanáticos de los Beatles pueden vivir sin sumergirse en las profundidades de la obra de Jackson. Y seguramente el mundo no es un sitio mejor desde esa noche de 1980 en que la vida de Lennon fue tomada por un loco que cumple cadena perpetua por ese hecho. Pero nada puede quitarle encanto a escuchar Eleanor Rigby una vez más…