El «crowdfunding» electoral: un camino para empoderar a los ciudadanos

Una premisa pragmática y realista que debemos aceptar a nivel global es que «el que paga la campaña política manda».

¿En qué momento, como ciudadano, puedo mandar en una? Cuando tenga mayor participación en las campañas políticas desde el inicio a través del crowdfunding o financiamiento colectivo en línea. Este mecanismo es cada vez más común en las campañas políticas, sobre todo en Estados Unidos, cuyo mismo marco regulatorio y cuya cultura política incentivan dicha actividad.

El sistema de control del financiamiento electoral de Estados Unidos es imperfecto, pero genera ciertos incentivos para aumentar la participación ciudadana y transparentar en cierta medida la participación de actores poderosos. Para estudiar los avances en el financiamiento electoral de Estados Unidos existen términos clave. El primero son los comités de acción política (PAC, por sus siglas en inglés), que están conformados por empresas, organizaciones o individuos que se aglutinan con el propósito de recolectar e invertir dinero para elegir o derrotar a algún candidato. En 1944, el Congreso de Organizaciones Industriales formó el primer PAC para financiar la campaña de Franklin D. Roosevelt. Los PAC representan los intereses de sindicatos, gremios o empresarios. Estos pueden proporcionarle hasta USD 5,000 a un comité para un candidato por elección. Asimismo, pueden llegar a proporcionarles anualmente hasta USD 15,000 a cualquier partido y USD 5,000 a cualquier otro PAC. Este comité debe registrarse en la Comisión Federal de Elección (FED, por sus siglas en inglés) a diez días de su formación. Los PAC no pueden promover a un candidato durante los 60 días previos a las elecciones generales o los 30 días previos a las primarias. Grandes corporaciones como Sierra Club o Walmart, entre otras, participan en los PAC.

Asimismo, existen dos términos que se utilizan para clasificar las contribuciones de los PAC y de los contribuyentes individuales: el hard money (contribuciones directas al candidato) y el soft money (contribuciones indirectas para el partido o los comités).

Modificaciones y Reformas

Estos conceptos adquirieron relevancia en 2002 gracias a la ley McCain-Feingold, mediante la cual se trató de transparentar las contribuciones indirectas. Antes de 2002, las contribuciones indirectas eran ilimitadas, mientras que las directas eran limitadas. De esta manera, un empresario exitoso o una organización podía donar tres millones al Partido Demócrata o al Republicano, que trasladaba ese dinero a una campaña política. Esta ley puso un límite a las contribuciones indirectas y duplicó los límites a las directas. El propósito era limitar las contribuciones indirectas, ya que son más difíciles de rastrear. Adicionalmente, la ley aumentó los límites de los pequeños contribuyentes. Por lo tanto, los ciudadanos pueden donarle al candidato hasta USD 2,700 en una elección general y la misma cantidad en las primarias.

Herramientas como la recolecta de dinero en línea pueden llegar a ser una solución para incentivar a los ciudadanos desde el inicio de la campaña.

Más adelante, con el caso de Citizen United versus la FED (2008), se crearon los super-PAC: personas, corporaciones o grupos que pueden recibir fondos ilimitados, pero que tienen que mantenerse independientes y que no pueden coordinarse con nadie de cualquier grupo en una campaña política. El candidato puede solicitarle a un super-PAC hasta USD 5,000. Sin embargo, en la práctica, la coordinación todavía existe y hay personas allegadas al candidato que se encuentran dentro de los mismos super-PAC y que pueden responder a cualquier información pública. Lo relevante de esta forma de organización es que trajo el dinero de las grandes corporaciones de vuelta a las campañas políticas. Aunque muchos fueron los intentos de crear una ley que transparentara este proceso, mucha gente en Washington dice que el dinero sigue su curso y que la gente influyente siempre estará en la repartición del poder.

Lo que hicieron estas modificaciones legales fue generar más énfasis en cierto tipo de financiamiento. De esta manera, estos marcos regulatorios empoderaron a los ciudadanos y les dieron la posibilidad de tener un papel activo en la campaña. Asimismo, herramientas como la recolecta de dinero en línea pueden llegar a ser una solución para incentivar a los ciudadanos desde el inicio de la campaña.

Los resultados muestran una curva ascendente en la participación ciudadana. La campaña de George W. Bush logró recolectar USD 100,000 mediante recaudaciones de personas individuales por plataformas digitales. En ese mismo sentido, ese número ha crecido. En las últimas elecciones, según datos de la FED, Trump logró recolectar 126 millones de dólares de individuos que dieron hasta USD 200, lo que constituye un 66 % de las contribuciones totales a la campaña. Por su parte, Hillary Clinton recibió 316 millones de dólares (78 %). Esta ley contribuyó a que las campañas tuvieran pequeños contribuyentes con más peso y da la oportunidad de que surjan candidatos no tradicionales como opciones para el electorado.

¿Por qué es relevante esto para Guatemala?

El hecho de que los empresarios guatemaltecos hayan dado aportes a un partido político no es malo en sí mismo. Se hace en todas partes. Además, los empresarios son solo un grupo de poder más con influencia en la toma de decisiones políticas, al igual que los gremios, los sindicatos, los trabajadores y otros actores. Las figuras de los PAC y los super-PAC ejemplifican la influencia que tienen los empresarios en la política. Son una forma un poco más transparente de involucrarse en la política y muchas veces ayudan al ciudadano a saber de qué lado están las empresas en el espectro político. Hoy en día la gente quiere ver a más empresarios involucrados en la política, pero también quiere que sean transparentes y consecuentes con sus decisiones.

Si acompañamos a nuestro candidato desde la campaña, podremos mandarlo y tendremos más poder para exigirle resultados.

El caso Citizen United versus Hillary Clinton y la creación de los super-PAC son ejemplos de que el dinero de las grandes empresas siempre mantendrá una vía alterna para influir en la política. Lo importante es generar leyes que minimicen los espacios grises. Es necesario pensar en un marco regulatorio electoral que, aunque imperfecto, genere ciertas barreras para evitar que personas muy influyentes tengan una injerencia perjudicial.

La ley McCain-Feingold nos muestra que, gracias a la tecnología y a un marco legal favorable, es posible mejorar nuestros sistemas electorales y darle poder al ciudadano. Guatemala debería explorar más los caminos de contribuciones directas y fomentar que los ciudadanos hagamos pequeñas contribuciones a los partidos y nos convirtamos en accionistas de estos. Si acompañamos a nuestro candidato desde la campaña, podremos mandarlo y tendremos más poder para exigirle resultados.

¿Aplicable en Guatemala?

Los guatemaltecos debemos segmentar y tipificar los términos de las contribuciones a los partidos políticos y a sus candidatos, así como ser más específicos con estos. Los incentivos que debemos tener en cuenta son los que empoderen al ciudadano y limiten el abuso de poder de cualquier grupo político. Es necesario comprender que las reglas tendrán sus fallas, pero clarificarán el terreno donde se desarrollen las contiendas. No obstante, también es necesario pensar que los marcos regulatorios deben entender y fomentar una participación ciudadana desde las bases comunitarias mediante herramientas actuales como la recaudación en línea, de modo que se consolide un sistema de partidos políticos, se mejore la transparencia en estos procesos y se creen candidatos más independientes.

Desde el 2015 salimos a las calles a pedir un Estado moderno. Hoy nos damos cuenta de que vivir en uno tiene un precio y de que ello nos exige más a nosotros los ciudadanos. Por difícil que pueda sonar, si queremos vivir en una república democrática, debemos cambiar el modo de financiamiento de una campaña política. Y ese cambio tiene que salir de nuestros bolsillos y de nuestro tiempo.

Autor