El 13 Bak’tun: ¿Presagios del fin del mundo?

“No hay peligro más grande que un tonto con ideas” me dijo un día el quetzalteco Julio Portillo y a partir de entonces tomé su decir como un aforismo.

Traigo a colación esta sentencia porque alrededor del oxlaju B’aak’tun (q’eqchi’) o 13 Bak’tun (poqomchí) se ha dicho mucho de falso provocando desasosiego en los ingenuos.

El río de mentiras alrededor del 13 Bak’tun irrumpió con escenas de la película 2012 donde, un grupo de mayas, —como si no fueran respetuosos de la vida—, se suicida en Tikal incitados por el terror que les provocó una supuesta profecía en relación al año 2012,  mismo en que el oxlaju Bak’tun llega a su final.

Y para defenestrar esa invención comenzó mi búsqueda.

La riqueza de vivir entre generadores de conocimiento serio acerca del tema me permitió conocer de primera mano qué es el 13 Bak’tun (13 = oxlaju). Por ello, mi escrito tiene como referencia a la Dra. Romelia Mó Isem, lingüista y postgraduada en epigrafía maya; al K’amolb’lbe (guía espiritual) Mario Sebastián Jucub, licenciado en educación bilingüe intercultural; al licenciado Rodrigo Chub Ical, lingüista; y al licenciado Máximo Bá Tiul, antropólogo. Romelia y Máximo son poqomchíes, Mario y Rodrigo son q’eqchíes.

Empecemos entonces diciendo qué NO es el 13 Bak’tun.

No es el fin del mundo conocido ni la caída de las actuales civilizaciones; no es una profecía barata ni es la fecha que señale un cataclismo; tampoco un escenario de esoterismos y brujerías; no es una fecha vinculada a sufrimiento y angustia y menos, una plataforma para suicidios colectivos.

¿Qué es entonces el 13 Bak’tun?

Para comenzar a comprender —porque estamos hablando de matemática, astronomía y filosofía maya—, entremos en la inteligencia del tiempo en el pensamiento maya.

El Chilam B’aalam dice: “No es vuestro destino pasar la vida sentados. Destino igual es el del tiempo,  y el tiempo es el único asunto que es eterno, que existe para siempre. Porque no se asienta nunca dos veces en el mismo asiento.  Andad… Año completo, siglo completo, pasan. Toda luna, todo día, todo viento, todo camina y pasa. Toda sangre conoce un día su quietud o su llenura. Todo el tiempo está medido, hasta el día que no existe hoy.

Y esa medición tiene dos categorías: El calendario religioso donde se cuenta de 1 a 13 energías (13 x 20 días = 260) y el calendario agrícola (18 x 20 + 5 días = 365). Al calendario religioso lo rige la Luna, al agrícola, el Sol.

Esa medición, eminentemente vigesimal, es así: 1 día = K’in/q’iij; 20 días = 1 Winal; 360 días o 18 Winal = 1 Tun; 7,200 días o 20 Tun =1 K’atun; 144,000 días o 20 K’atun = 1 Bak’tun; 2,880,000 días o 20 Bak’tun = 1 Piktun; 57,600,000 días o 20 Piktun = 1 Kalabtun; 1,152,000,000 o 20 Kalabtun = 1 Kinchiltun.

Así, el 13 Bak’tun, es una era, es un ciclo que también se le llama en la filosofía maya Cambio de Sol, es el paso del 4º Sol al 5º Sol. Y, el 21 de diciembre de este año tendremos su final. Empezó su conteo cerca del 28 de agosto del 3120 AC y el día 22 estaremos en el primer día del 14 Bak´tun.

Desde el enfoque filosófico maya, ese cambio de Sol, esa conclusión de aproximadamente 5,125.26 años presupone cambios en la conciencia humana, cambios para mejor, no para peor.

Lo maravilloso de este conteo es que lo han hecho mejor que los científicos occidentales. Los encargados de hacerlo han sido los Aj Kij, los contadores de los días, las semanas, los años y las eras. Pero, en esa funesta intención de invisibilizar la cultura maya, esos conocimientos los han equiparado a profecías absurdas para mantenerlos peyorizados.

Concluyo indicando que, según la doctora Romelia Mó Isem, los monumentos que conmemoran la terminación de los K’atunes no tienen evidencia de información profética, predomina sí, la información histórica; y, desde la epigrafía y la arqueología, no puede predecirse el final de una civilización.

B’anyox.

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