Desgracia

Las amigas y los amigos de la buena literatura recordarán que así se titula una de las novelas del escritor sudafricano y premio Nobel de Literatura J. M. Coetzee.

Esta novela, situada en la Sudáfrica del post apartheid, inicia con la historia de un profesor universitario blanco cuyos amoríos con una de sus estudiantes negras, terminan con su expulsión de la institución para la cual trabaja. A partir de allí, una serie de desgracias empiezan a marcar la vida del profesor David Lurie quien ve minada su carrera profesional y su vida con un caudal de costos personales y familiares jamás imaginados. La novela es en sí es una suerte de metáfora sobre los retos de reconstruir un nuevo orden en una sociedad fragmentada y de encontrar una reconciliación entre la minoría blanca y la mayoría negra después del apartheid. Es también una reflexión sobre la condición humana, en particular la crisis existencial de un hombre hastiado por su vida paulatinamente caída en el anonimato, en busca de alguna renovada razón para vivir.

Traigo a colación la novela ahora que aparentemente se producirá una película porno parodiando las sagas sexuales de Dominique Strauss-Khan (DSK), el famoso ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI) recientemente librado de dos procesos por agresión sexual, uno en Nueva York y otro en Francia. De los dos casos, vale la pena destacar el que más recorrió el mundo y puso en vilo a todo un país el pasado verano: su supuesta violación a una camarera negra de origen guineano en un hotel neoyorquino. La justicia estadounidense finalmente decidió dejar sin lugar el caso debido a falsas y contradictorias declaraciones de la presunta víctima. Sin embargo, las desgracias se acumularon para DSK, costándole a este acaudalado aristócrata de la política francesa no solo su puesto como director del FMI, del cual tuvo que renunciar desde una sucia celda, sino su candidatura a la primera magistratura del país por el partido socialista francés. Esto sin contar el millón de dólares de fianza y quien sabe cuántos más en su exitosa defensa.

En ese país donde funciona el Estado de derecho, fue alentador presenciar cómo el sistema de justicia busca el cometido de igualdad ante la ley y opera para que cualquier ciudadano común y corriente tenga acceso a la justicia; en este caso, una camarera inmigrante de escasos recursos frente a uno de los hombres más poderosos del planeta. El sistema sin embargo se revela también poco equitativo. El caso no prosperó debido en gran parte a los requerimientos legales mismos del sistema, pero también gracias a un impresionante equipo legal conformado por dos de los abogados más poderosos de los Estados Unidos, así como por una corte de relacionistas públicos contratados por la esposa de DSK, la millonaria periodista Anne Sinclair, quien se sabe ha costeado la carrera política y defensas judiciales de su marido en otras instancias. Se cree que el mea culpa que DSK expresó a sus compatriotas hace unas semanas en entrevista televisada, también fue parte de la maniobra de relaciones públicas de la señora Sinclair.

Al igual que el profesor Lurie, DSK se declarará inocente hasta el final de sus días en este y otros casos donde seguirá pesando la sospecha de misoginia y abuso, incluido el que se ha dejado sin lugar en Francia recientemente. Vale también recordar que durante su gestión en el FMI, una subalterna de origen húngaro se vio forzada a renunciar a su cargo luego de presentar una queja en la que también le acusaba de hostigamiento sexual. Muchos hombres poderosos parecieran desenvolverse constantemente en situaciones al borde del abuso y la ilegalidad, tentados a buscar la desgracia suya y la de las demás. 

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