Chinchilla, integrante de la Asociación de Maestras Católicas, participaba en una marcha en reclamo de derechos sociales conculcados por la dictadura ubiquista. Al ser reprimida la marcha por miembros de la Policía montada, además de golpear a la profesora, la policía la ejecutó de un disparo en la cabeza.
La fecha ha sido motor de movilizaciones, así como de construcción de reivindicaciones sociales y laborales para el magisterio nacional. Desde mejores condiciones para el ejercicio de la profesión, hasta el reconocimiento de su derecho a la organización gremial y laboral, así como la remuneración y condiciones dignas de retiro.
Pero además del recuerdo, en ocasiones no tan tierno, de la experiencia docente con las y los maestros, también acude a la memoria el rol que el gremio como tal ha jugado en la formación de sujetas y sujetos críticos. No tanto con la impartición de los programas oficiales sino, más bien, con el ejemplo de organización y lucha social. Particularmente en los años de la agresión autoritaria de la contrainsurgencia estatal, en las décadas de los años sesenta a noventa.
Un ejemplo que caló fuerte en las y los estudiantes de las escuelas normales quienes, casi en solitario, enfrentaron a las autoridades que empujaron la anulación del magisterio en 2012 y 2013. Un acto antihumano que lleva impreso el rostro de la titular de Educación Cynthia del Águila, ejecutora de la decisión del gobernante, general retirado Otto Pérez Molina.
En su “Estrategia para una educación de calidad para la niñez y juventud guatemalteca”, el Ministerio de Educación (Mineduc), sostiene que declara como prioridad la mejora educativa en los niveles de pre primaria y primaria. El Mineduc publica cifras que intentan convencer sobre las necesidades del cambio. Una modificación que significa anular la carrera de magisterio de educación primaria (urbana y rural), para crear un bachillerato con orientación docente. De tal suerte que, quien desee ser maestro o maestra de educación primaria, habrá de inscribirse en la universidad.
La idea fue “vendida”, publicitariamente, como el camino para la mejora de la calidad en la educación ante los niveles de bajo rendimiento y la “necesidad de elevar la competitividad”. Sin embargo, el mismo Mineduc destaca en sus cifras que en realidad el problema básico no es la calidad sino la capacidad estatal de cobertura que, en el caso de pre primaria apenas alcanza al 50 por ciento de la demanda. Argumenta que el sistema solo absorbe al 14 por ciento de los maestros de primaria egresados cada año. Sin embargo, el sistema público nacional únicamente cubre al 25 por ciento del total de estudiantes de diversificado, de los cuales una parte es la formación magisterial.
Es decir, en el nivel diversificado, la cobertura mayoritaria (68%) corresponde al sistema privado. En tanto que, en los niveles pre primaria y primaria, el sistema público abarca a más del 80 por ciento de la población usuaria.
La imposición del modelo castrante no ha significado mejoras en la estadística total. Según las propias cifras del Mineduc, el Índice de Avance Educativo (IAE) nacional en 2013 se situó en 60.6, o sea, medio punto menos con relación al 2012. Una cifra que se comporta a la baja desde 2009 cuando alcanzó el 63.1. Un descenso que tiene su origen, entre otros, en el descenso en la tasa neta de cobertura primaria. La misma fuente precisa que mientras en 2008 alcanzó el 98.7, para el 2013 había descendido a 13.6 puntos.
Así las cosas, el cierre de la carrera de magisterio, justificado en el manejo estadístico de la cartera, no resuelve el problema de fondo: la incapacidad estatal de garantizar de manera sostenida la cobertura en educación, al garantizar la absorción plena de la oferta docente. Esto evidencia que el cierre de la carrera es una ecuación mercantil no una decisión de planificación educativa.
De paso, modifican el contenido social de la formación docente y creen eliminar un posible foco de gestión de protesta y organización social, nacido del ejercicio natural del pensamiento crítico. El martillazo final de la subasta de la educación lo dan con la idea de cancelar el 25 de junio como fecha emblemática de la celebración docente.
De manera que, insistir en conmemorar la gesta magisterial y el ejemplo de María Chichilla no es un mero capricho ideológico. Es un ejercicio social de memoria, de análisis y cuestionamiento a una fatal arbitrariedad concebida entre el militarismo y la barbarie mercantil.