–Sí, fíjese que aquí sí hay asesinatos… pero –ya con tono de menos importancia– algunos de esos son crímenes pasionales. Así nos decían algunas personas durante un estudio en el que participé hace algún tiempo en varios departamentos del país. El desdén reflejado implicaba más indiferencia de lo normal a las muertes, como quien dice, ahí no hay que meterse porque es un pleito privado, como tratando de decir que a esos asesinatos no había que prestarles mucha atención porque de cierta forma estaban justificados o ellos se lo buscaron y por eso nadie se mete. Estos mal llamados crímenes pasionales casi siempre están relacionados a celos y “arranques de ira” que terminan en violencia, casi siempre contra mujeres.
Este tipo de crímenes se quedan en el campo de lo privado y por ello casi a nadie le preocupan. El problema es que esta es una práctica mucho más extendida de lo que la gente piensa y está amparada en un sistema patriarcal que les hace creer a los hombres que son propietarios de sus mujeres, que nos hace justificar los enojos de los hombres contra “sus” mujeres por x o y motivo y que nos hace creer que los celos son normales y a veces hasta románticos. Se trata de todo un sistema que configura hombres controladores y violentos. Quién no vio en alguna película la escena cuando el hombre mata a la mujer que le es infiel porque “si no es mía, no será de nadie”.
A veces la violencia que sufren las mujeres por sus parejas también se suele explicar por los vicios, por el alcohol. El problema no es el alcohol en sí, no son los celos y tampoco hay tales crímenes pasionales. No son hechos que se dan en medio de un “arranque de ira” o una repentina alteración de la conciencia ni se trata de actos violentos coyunturales. Más bien estamos frente a un sistema patriarcal que permite y configura mentalidades y prácticas que desestiman la vida de las mujeres. Entonces, no hay crímenes pasionales, es violencia patriarcal contra las mujeres. Son femicidios.
Además, muchas de estas noticias donde las víctimas que mueren son mujeres, los noticieros, en una muestra de cada vez mayor insensibilidad, ya no las presentan como mujeres, como personas ni seres humanos. Ahora, en cambio, se habla de “féminas”, en un intento por deshumanizar a estas víctimas como si se tratara de cosas inertes. Esa palabra tan fría que no dice nada. Tal vez una de las palabras que más odio porque me rehúso a ser descrita y pensada como una “fémina” porque no soy ese concepto vacío. Soy una M U J E R.
El pasado 25 de noviembre se conmemoró el día de la lucha por la eliminación de todas las formas de violencia contra las mujeres y es triste saber cuánto hace falta para llegar al día en que ya no sea necesario hablar más sobre este tema.