De cancioncitas, perversidad publicitaria y censura.

La campaña mediática denominada “guatemorfosis” no es una casualidad. Tampoco una expresión altruista del capital que anhele “cambios” estructurales.

Esta propaganda ha generado sus contradicciones a partir de la inconsistencia histórica al reflejar algo que nada tiene que ver con la realidad guatemalteca. Es más del conductismo comunicacional que descarga en el individuo y las masas la culpa de estar como estamos.  Y que los “cambios” salen por obra y gracia de las burbujitas que Pepsi provoca en los sentidos.  Seguramente fallará como falló GuateÁmala, por las mismas razones.

Pero no es solamente eso.  Va más allá de la misma historia hecha folclore.  Reproduce la división del trabajo con un carácter transnacional que transporta ideología.  Tiene como herramienta la publicidad a través de una empresa, el taier / TribuDDB, donde el discurso se engarza con la imagen de un ícono de la música comercial: Ricardo Arjona.

Lo curioso de todo esto es el empalme del “cambio” manifestado desde el regaño que subyace en la lírica del comercial, hasta la censura que dicha empresa de publicidad realizó el 24 de febrero pasado al programa Espacio Intergeneracional, transmitido los viernes por la tarde en Radio Nuevo Mundo, por proponer una discusión que pretendía abordar, de manera crítica, la práctica publicitaria como mecanismo mesiánico que desdibuja al Estado en sus responsabilidades y potencia la maquinaria consumista.  Dicho programa no pretendía atacar a Arjona, ni a la empresa de bebidas gaseosas ni a la estación radial.

Y es que no todos nos tragamos el cuento de vivir felices en una sociedad como la guatemalteca.  No nos conformamos con la seducción que contiene, de manera perversa, el capitalismo.  No creemos en la resignación de no poder transformar la realidad estructuralmente.  Tampoco aceptamos borrar las historias y las memorias de lucha que se enfrentaron a la represión, al genocidio y a la imposición política, económica y militar foránea. 

No lo aceptamos porque no compartimos ideas totalizadoras de dominación.  Porque es nefasto utilizar la publicidad para adormecer.  Por ello, repugna ver cómo “Mi país” aflora totalizando sentimientos propios de la clase media urbana que sueña con vivir en Miami y Europa.  Masa deleitada con símbolos de supuesta identidad nacional: Tikal, Antigua, la innecesaria selección de futbol y el tan ansiado reconocimiento internacional (típico problemita de autoestima).

Es la idea de homogeneidad y de nación feliz que oculta su pasado y se niega en el presente.  Por demás, encubridora del racismo profundo que subyace en las diversas Guatemalas que nos han creado y que mecánicamente reinventamos bajo el supuesto de unidad. 

La Guatemala que promueven es falsa. Basta ver las estadísticas de asesinatos diarios, de hechos violentos contra mujeres, de robos de celulares y la inconsistencia de la política formal. Peor aún, Arjona recibía chiflidos de desaprobación, fue bajado de escenarios en colegios, u objeto de blanco por monedas que salían volando de manos de esos “guatemaltecos” que le rechazaron cuando era nadie en “su país”.  Tuvo que ir a México, actuar en televisión y sudar para ganarse reconocimiento ante el mundo.  Y Pepsi, expandida en Latinoamérica después de la Segunda Guerra Mundial, no ha dudado en utilizar íconos del pop para ganar la guerra a Coca-Cola por la disputa del mercado joven.  Repito, no es altruismo por “cambios” estructurales sino por vender.  El capital necesita reproducirse  sin importarle la destrucción de la naturaleza, condicionar subjetividades y adjudicarse el derecho de imponer conductas.

Yo no tengo nada contra Arjona.  Me da igual lo que haga como artista.  Pero me molesta que se preste a esta tetra que, coincidentemente, utiliza la famosa palabra “cambio” en consonancia con la propaganda electoral y de gobierno del actual partido en el poder. Me gustaría que aclarara su posición en torno a la censura hecha por la emisora. 

Finalmente, le exijo a la agencia de publicidad, el taier / TribuDDB, y a Pepsi, que den la cara y se disculpen por tan funesta actitud.  A Radio Nuevo Mundo, simple y sencillamente que demuestren ética defendiendo la libertad de expresión, tan reclamada por las empresas de información para mantener sus negocios. 

Al Grupo Intergeneracional, la solidaridad y el apoyo en la muestra de dignidad al argumentar su posición frente a tan detestable actitud.   

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