Cuentas verdes de Guatemala (parte 2)

En la columna anterior, indiqué que las cuentas verdes, también llamadas “cuentas ambientales y económicas integradas” o “cuentas satélites”, surgen como complemento a la frialdad ambiental de las cuentas nacionales.

Comenté, además, que permiten conocer, para un período determinado, la disponibilidad de bienes y servicios ambientales; permiten analizar el flujo de esos bienes y servicios desde la naturaleza a la economía y el flujo de residuos y emisiones en la dirección contraria —identificando y estudiando modalidades, patrones de uso, intensidades, eficiencias y los actores que intervienen en estos flujos—.

También permiten revisar el papel de las instituciones en la relación economía-ambiente, a través del estudio del nivel de inversión pública y privada en la gestion ambiental.

Comenté, además, que permiten conocer, para un período determinado, la disponibilidad de bienes y servicios ambientales; permiten analizar el flujo de esos bienes y servicios desde la naturaleza a la economía y el flujo de residuos y emisiones en la dirección contraria —identificando y estudiando modalidades, patrones de uso, intensidades, eficiencias y los actores que intervienen en estos flujos—.

También permiten revisar el papel de las instituciones en la relación economía-ambiente, a través del estudio del nivel de inversión pública y privada en la gestion ambiental.
Finalmente, el proceso permite hacer ajustes a los indicadores económicos tradiciones a partir de la evidencia de agotamiento, deterioro y contaminación ambiental. Bajo este breve marco de referencia, me referiré a algunos de los hallazgos del proceso nacional de generación de las cuentas verdes destacando, sobre todo, la relación recíproca entre algunos componentes del ambiente y diversas actividades económicas.

En relación a la “cuenta de bosques” destaca: (i) El aporte anual promedio de los bosques a la economía nacional es, al menos, de 2.58% del PIB, es decir, 2.7 veces más que el valor reportado en las cuentas nacionales; (ii) La depreciación de los bosques —por usos sostenibles y no sostenibles, legales e ilegales— es del orden del 0.94% del PIB, casi un 37% del aporte al PIB; (iii) Estas cifras son consistentes con las enormes dimensiones de la deforestación nacional (poco mas de 100 mil hectáreas anuales de pérdida bruta para el período 2001-2006) y también ponen en relieve la inviabilidad del sector forestal en el largo plazo; (iv) Los hogares, principalmente para satisfacer demandas energética (67.3%), las industrias de fabricación de muebles y manufacturas (9.4%) y el aserrado y fabricación de productos de madera (8.1%) suman casi el 85% de la utilización nacional de los productos del bosque. El resto se comparte entre el sector agropecuario y las exportaciones.

Con respecto al agua, la utilización se refiere tanto a usos consuntivos o no, proveniente de fuentes superficiales, subterráneas o de la lluvia. Los hallazgos son: (i) La mayor utilización anual nacional corresponde a la agricultura de secano (42.27%), le siguen la agricultura bajo riego (13.41%), las industrias manufactureras (23.28%), el suministro de electricidad, gas y agua (15.29%), el consumo de los hogares (1.97%) y otras actividades económicas (3.18%); (ii) Al analizar el uso, excluyendo el agua de lluvia y la hidroelectricidad, la mayor proporción del uso nacional del agua corresponde al beneficiado de café (54.08%); le siguen el riego de la caña de azúcar (11.66%), el procesamiento de productos alimenticios (4.9%), el riego del cultivo del banano (3.68%), el riego de palma africana (3.34%); el uso en los hogares (2.8%) y el resto corresponde a otros cultivos y, otras industrias y servicios; (iii) El 58% del agua utilizada se toma de los ríos, el 25% de pozos y el 17% de los lagos. La mayor presión tiene lugar en las cuencas de la Vertiente del Pacífico (iv) Las actividades agropecuarias, el comercio al por mayor y menor, las industrias manufactureras, el suministro de electricidad, gas y agua y la construcción, cuyo aporte conjunto al PIB alcanza un 58.2% en promedio anual, utilizan el 95.4% del consumo nacional anual de agua.

Con respecto a la energía los hallazgos son: (i) Del consumo total anual de energía, el 46.3% corresponde a los hogares —principalmente consumo de leña—, el 13% corresponde a las actividades de generación, captación y distribución de energía eléctrica —altamente dependientes de hidrocarburos—, le siguen la elaboración de productos de panadería (3.6%), el transporte (3.5%), elaboración de productos de molinería (3.3%), fabricación de cemento, cal y yeso (2.6%) y el resto corresponde a otras 124 actividades económicas.

Con respecto a la pesca, cuyo aporte al PIB es de 2% para el año 2009, los hallazgos son: (i) Entre 90% y 98.5% de la captura anual de especies marinas —principalmente atunes y camarones— ocurre en el Pacífico; (ii) Durante 2000 y 2005 la captura en el Pacífico se redujo en un 82%, presumiblemente por el agotamiento; (iii) Los descartes o pesca incidental puede alcanzar hasta 37 toneladas por cada 100 toneladas de atún y camarón aprovechados.

Otros hallazgos globales son: (i) La economía produce un total anual de 45.58 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente. Los hogares —por la combustión de leña— y las actividades de generación, captación y distribución de energía eléctrica, registran los mayores niveles de emisión de gases con efecto invernadero en el país; (ii) La economía también genera un total de 113.82 millones de toneladas anuales de desechos sólidos, de los cuales, poco más del 80% corresponde a las industrias manufactureras y poco más del 17% corresponde a la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca. Los hogares producen solo 1.3% del total; (iii) El gasto público ambiental total, promedio anual, es de un 0.6% del PIB y 3.9% del presupuesto público total. El gasto ambiental por persona es de US$11.8, mientras que en Costa Rica es de US$34, México US$47 y en Europa puede alcanzar US$150 por persona; (iv) El Producto Interno Neto ajustado ambientalmente —que resulta de restar al PIB la depreciación del capital producido y de los activos naturales—, corresponde al 94% del PIB, lo cual significa que se hace una sobreestimación del verdadero desempeño de la economía. Es decir, que el crecimiento económico se basa, en buena medida, en niveles incrementales de agotamiento, deterioro y contaminación ambiental, eventos que son evidentes en todo el territorio nacional.

Las cuentas verdes muestran que las industrias manufactureras, en conjunto, ejercen los mayores niveles de presión ambiental. Son las principales demandantes de energía, las principales usuarias de los bienes del subsuelo y de los productos del bosque y son el usuario más importante del agua —al excluir el uso del agua de lluvia en la agricultura—.

Las cuentas verdes ponen en evidencia, por un lado, los altos niveles de dependencia de la economía con respecto a la naturaleza y por otro, la indiferencia pública y privada con respecto a esta realidad. Vale la pena preguntarse, entonces, ¿qué previsiones está haciendo la economía guatemalteca para mantener sus niveles de productividad ante el inminente agotamiento y deterioro de bienes y servicios naturales? ¿En qué momento se analizará el valor estratégico de las relaciones economía-ambiente para darles viabilidad en el largo plazo?

Los informe completos de las cuentas verdes de Guatemala, producidos por el Banco de Guatemala y URL-Iarna, están disponibles en el sitio www.infoiarna.org.gt

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