Cuando la pandemia toca la puerta

Entre las expectativas y desconfianzas frente a las vacunas y las dificultades e ineficiencias del Gobierno para su aplicación, la contabilidad de la pandemia por covid-19 supera los 7,000 fallecidos y los 200,000 infectados.

Por establecer alguna comparación, el número de fallecidos en poco más de un año supera el número de muertes por violencia en el año más violento registrado en la posguerra del país. En 2009, segundo año del gobierno de Colom, se llegó al pico de fallecidos por violencia, con un total de 6,498 asesinatos y una tasa de 46 por 100,000.

En términos aproximados, y de acuerdo con la proyección del INE de poco más de 17 millones de habitantes para 2021, esto significa que un 1.17 % de los habitantes del país se ha contagiado ya. Sin embargo, existen sospechas fundadas de subregistro de la enfermedad, así que las cifras podrían tener cierta variación [1].

Pero ¿qué pasa cuando la pandemia toca la puerta? La notificación de positivo en una prueba de covid-19, dada la impredecibilidad de su curso, puede ser equivalente a la notificación de una enfermedad grave, lo que constituye un ejemplo de una mala noticia.

«Una mala noticia es aquella que altera las expectativas de futuro de la persona. El grado de maldad de esta noticia estará determinado por la distancia que separa las expectativas de futuro de la realidad de la situación [2]».

Existen diversas variables que pueden influir en la recepción de la mala noticia, entre las que se encuentran las asociadas a la posible gravedad de la enfermedad, como edad y otros factores de riesgo, el grado de conocimiento de las implicaciones, la situación económica, etcétera [3].

La notificación de positivo en una prueba de covid-19 […] puede ser equivalente a la notificación de una enfermedad grave, lo que constituye un ejemplo de una «mala noticia».

Hay que recordar que el índice de letalidad de Guatemala (3.4 %) es mayor, casi el doble, que el de países cercanos como Costa Rica (1.27 %): diferencia explicable en cierta medida por el mejor sistema de salud del segundo país.

Además del padecimiento directo de la persona, las familias también sufren ya sea por la preocupación y las angustias que genera la noticia de saber que papá, mamá, hijos, hijas, abuelo, abuela tienen la enfermedad o por la posibilidad de contagio. Ya con las cifras que se tienen al momento, muchas personas saben, de primera mano o por referencias cercanas, lo que significa la noticia de que hay un contagio por covid-19 (las reacciones iniciales incluyen asombro, negación, llantos, acusaciones, etcétera).

Pero además están las preocupaciones económicas que la enfermedad puede generar si no es leve. El precio del tratamiento en hospitales privados es prohibitivo para la mayoría de la población del país. La respuesta es un buen sistema de salud público, pero las condiciones del de Guatemala siguen siendo malas y sin visos de un esfuerzo concentrado, sostenido y efectivo por mejorarlo.

Mientras medio aprendemos a convivir con la enfermedad y la vacunación avanza lentamente, todavía falta la notificación de muchas malas noticias.

 

* * *

[1] Chávez, Adrián (2020). «Covid-19: situación actual y propuesta de ruta». Revista de Análisis de la Realidad Nacional, 33. Págs. 50-59.

[2] Gómez, María (2009). «Comunicación de malas noticias». Psicología y emergencia (Enrique Parada, coord.). Bilbao: Editorial Descleé De Brouwer. Pág. 294.

[3] Pregunto sinceramente: ¿cómo experimentan la pandemia las personas hipocondríacas?

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