Cómo ser madre y no morir en el intento

Sin dejar de lado las satisfacciones de ser madre, también vale la pena reconocer que es una tarea difícil y agobiante.

Por ejemplo, ser madre en esta ciudad tiene sus complejidades. Lidiar con estas dificultades a diario es desgastante, estresante y agotador. Nosotras, en mayor proporción que los padres, tenemos que pasar más horas lidiando con el tráfico insoportable de esta ciudad. Diariamente nos toca llevar a nuestros cachorros al colegio, a las clases de natación, a canto, a danza, al futbol, a las piñatas, al doctor, al dentista y a todo el resto de las actividades que componen un largo etcétera. Esto, sin contar el ir y venir de nuestro trabajo, del supermercado, del banco, y todas las demás tareas que esta sociedad patriarcal nos ha endosado.

De esta suerte, terminamos la mitad del tiempo metidas en el auto, mamando a diario el estrés de las calles, viendo o participando activamente del ya rutinario concierto de insultos y bocinazos, esquivando carros y motos y sudando a mares porque vamos tarde a todas partes. Muchas veces nos ha tocado aguantarnos las ganas de orinar y hemos suplicado en silencio poder llegar a tiempo a nuestro destino y que nuestra vejiga rompa un récord mundial de resistencia.

La vida social de una madre con niños pequeños suele tornarse una estrella fugaz. Se reduce estrictamente a eventos especiales. En estas ocasiones, después de las nueve de la noche o del primer trago (lo que ocurra primero), caemos noqueadas sobre la mesa o el sofá. El cansancio puede más que la vergüenza.

Cuando los hijos crecen y van a la universidad, la cosa mejora un poco, pero no acaba. Alguien dijo una vez que los problemas de los hijos crecen con la edad. Las salidas nocturnas de nuestros muchachos, tan normales en muchos lados, acá terminan siendo motivo de seguridad nacional, con un complejo sistema de alarmas y riesgos. Casi siempre le toca a la madre el rol de vigía nocturno. Ella es la centinela fiel que come ansias hasta escuchar que sus hijos llegaron a la casa.

El estrés y las preocupaciones poco a poco nos van drenando. Estar sirviendo a otros nos lleva a olvidarnos de nosotras mismas.

Por suerte, aparecieron los teléfonos inteligentes, que nos facilitan esta labor de vigilancia, aunque de rebote nos volvieron adictas al aparato. Algunas madres modernas, ignorando los efectos colaterales, quisimos salir a navegar en el mundo de las redes sociales, quizá en busca de entretenimiento y tranquilidad. Sin embargo, encontramos que allí también hay conciertos de ladridos e insultos que nos asfixian la alegría y nos ahogan en la desesperanza, al punto de que a veces una quisiera regresar al tráfico porque al menos allí se pueden mirar las caras.

Como si no fuera suficiente este trajín y faena diaria de una madre, ahora también lidiamos con el caos nacional. Instituciones del Estado capturadas por el narco y el crimen organizado. Una campaña electoral caracterizada por la incertidumbre y las amenazas. Más preocupaciones y ansiedad para la madre responsable, que espera heredarles a sus hijos un país con futuro, pero que solo ve riesgos y tempestades.

Como ven, no es poca cosa lo que llevamos en nuestras espaldas. El estrés y las preocupaciones poco a poco nos van drenando. Estar sirviendo a otros nos lleva a olvidarnos de nosotras mismas. Es justo que de vez en cuando nos regalemos un oasis de descanso, un momento en que podamos encontrarnos con nosotras mismas, un espacio de amor propio.

En mi caso, ese espacio está en mi casa, aislada del bullicio del tráfico y de las redes sociales, en la soledad de mi cuarto, a la luz de una lámpara, con una copa de vino al lado. Busco en mi celular un video sugestivo, empuño en mi mano a mi fiel compañero de látex, el Impulse Jack Rabbit, y me masturbo por un buen rato. Solo así logro desprenderme del estrés, del cansancio y de la desesperanza y volver a la carga al día siguiente. Al tráfico diario, a las malas campañas electorales, a la incertidumbre nacional y a los problemas cotidianos.

Ninguna madre está obligada a seguir mis pasos, pero les garantizo excelentes resultados.

Autor