Como las mujeres del clima

Así como ha ocurrido a lo largo de la historia, hoy en día las imágenes en los medios de comunicación van cargadas de sutiles sugerencias (casi llegando a mandamientos) respecto a cómo debemos ser y lucir las mujeres.

Existe una gran cantidad de anuncios que podemos ver a diario que buscan decirnos cómo ser una mujer “bonita” aceptada por la sociedad, todos orientados a dar forma a una imagen artificialmente construida para encajar en los estándares estéticos establecidos.

Hay miles de productos y servicios para ser delgada (yogurts, cereales, tratamientos, pastillas, fajas, aparatos, etc.); productos para ser jóvenes (cremas antiarrugas, maquillaje antiojeras, tintes para cubrir las canas, etc.); productos para ser “bonitas” (maquillaje para el cutis, cachetes, ojos, pestañas, cejas, labios -a manera que no nos quede ni un solo poro libre y natural-, planchas para cabello, tacones, ropa interior con push-ups y levantapompas, etc.).

¿A los hombres qué se les exige para ser aceptados? Pueden ser gordos, panzones, pelones, canosos, fachudos y nadie los juzgará. En cambio, una mujer que no haga uso de alguno de los productos antes descritos ni busque encajar en lo que se busca con éstos… ¡será juzgada!

Por todos lados encontramos “modelos” de cómo deberíamos ser el resto de mortales. Vemos mujeres des-personificadas y convertidas en objetos que adornan otros objetos o escenarios. Mujeres con trajes de lycra o en calzoneta resultan acompañando cosas como llantas, baterías de carro, licores, etc. Ya sea para vender productos concebidos para hombres o para el público en general, las edecanes siempre son una opción infaltable en el márquetin (¿qué acaso los publicistas no tienen mejores ideas que ésas o realmente nuestra sociedad no tiene más alcance para responder a otro tipo de estímulos más racionales?)

También hay promociones para celulares donde al enviar un mensaje de texto con la palabra “chicas”, se reciben de vuelta imágenes de mujeres sexys. A cambio de dinero te entregan chicas, como se compra un producto más.

En varios noticieros, el clima es dado por mujeres que adornan el set. Están puestas en un área donde no hacen opinión ni análisis, sino que su participación basta con “ser bonita”, leer, memorizar e ir moviendo sus cuerpos al ritmo de la imagen meteorológica. Son mujeres con cuerpos construidos artificialmente para encajar en un producto que vende a los ojos de los machos.

Todos los mandamientos del deber ser y lucir para las mujeres –que no siempre son naturales y algunos incluso implican sacrificio y daño a nuestro cuerpo- pueden llegar a dañar el autoestima de muchas al ver imposible alcanzar tales estándares.

Nos hacen sentir vergüenza de procesos naturales y buscamos entonces retrasar el envejecimiento a toda costa, en lugar de sentirnos orgullosas de vivir cada etapa de nuestra vida. Estamos llamadas a esconder nuestra cara al natural, las arrugas, las canas, a levantar la piel y modificar nuestros cuerpos a través de cirugías. La medicina estética está de moda y hay personas mucho más interesadas en enfocar los avances de la ciencia en este sentido que en encontrar curas para enfermedades como el VIH. Las razones son obvias, se trabaja para quien puede pagar.  

En ningún momento mi intención es juzgar a las mujeres ni pretender que soy una mujer ajena a todo esto; para nada. Mi crítica va sobre este sistema patriarcal que moldea lo “bonito” y lo “feo” al gusto del ojo de los hombres… Si dependiera de nosotras, ¿nos exigiríamos todos estos sacrificios las unas a las otras? No lo creo. 

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