Claves para entender el sistema de salud (I)

–¿Y vos, qué hacés? –me preguntan.
–Soy médica salubrista. Ahora estoy en un doctorado de Salud Colectiva –veo cómo se les cuadricula la expresión.
–Ah, pero ¿estudiaste medicina?
–Sí, pero no me dedico a la clínica. Trabajo, particularmente, cuestiones de políticas, sistemas y servicios de salud –más perplejidad…

Cuando terminé medicina tenía claro que a la salud había que entrarle desde lo social y colectivo. Suficientes colegas estarían dedicándose a enfermedades en el nivel individual, así que me decidí estudiar y trabajar en asuntos de salud pública y salud colectiva. Esto me ha convertido en una incomprendida.

Salud es un término pocas veces mencionado en la cotidianidad, excepto para brindar o cuando alguien estornuda. Lo que abundan son las historias terroríficas de enfermedades padecidas y la mala atención recibida en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) o con algún médico. Nunca faltan los relatos de las estratosféricas cuentas a pagar en algún hospital privado en donde se ha tenido que empeñar hasta el cuerpo (casi literalmente).

Pues bien, las inquietudes de mi trabajo giran alrededor de sus experiencias con la enfermedad y los servicios de salud. Para demostrárselo, y esperando dejar de ser esa, a quien nadie entiende­, quiero presentarle seis claves para entender nuestro sistema de salud. En este texto van los primeros tres, cuestiones muy básicas:  

  1. Cualquier sistema de salud tiene como elementos principales a la población, los prestadores de servicios y el Estado. La principal relación es la que se da entre la población y los prestadores (para mantener o recuperar la salud). Los prestadores dan servicios para mantener o recuperar la salud en la población y no se trata sólo de los profesionales o las instituciones de salud. Hay que tomar en cuenta también a los terapeutas mayas y populares, así como a las personas y familias que son las que primero actúan para resolver cualquier problema de salud que se presenta. El sistema también incluye a las universidades, instituciones o empresas que generan recursos para salud, como personal, investigación, medicamentos o tecnología. Están otros actores que influyen en la salud y en las políticas como el sector educación, la cooperación internacional, el legislativo, los medios de comunicación y el Procurador de Derechos Humanos, entre otros.
  2. El sistema de salud guatemalteco está fragmentado y segmentado. Esto significa que existen varios prestadores (públicos, privados, en las familias y en la comunidad), pero cada uno se dirige a un grupo específico de población (segmento). Por ejemplo, el IGSS se encarga de sus derechohabientes, al Ministerio de Salud le corresponde la población abierta, a las alcaldías les toca proveer agua potable a su municipio, y los prestadores lucrativos sirven a quienes pueden pagar. En general, cada uno tiene sus fuentes propias de financiamiento y gastan por separado, por lo que son bastante autónomos entre sí.
  3. El Estado es clave, por acción u omisión. El Estado funciona como mediador colectivo del sistema, definiendo las leyes y reglas (implícitas o explícitas) que marcan la relación entre la población, los prestadores de salud y los otros actores involucrados. El MSPAS es (o debería ser) la máxima autoridad en salud, a la que le corresponde conducir el sistema y coordinar a todos los involucrados.

El sistema de salud es reflejo del Estado que tenemos, así que –como sospechará– muchos de nuestros problemas se originan en lo que el Estado y el Ministerio de Salud no tienen y no hacen. No hay claridad de política, no hay financiamiento ni infraestructura ni personal suficientes. No se hace investigación y casi ya no se forma personal.

Pero entre los problemas más graves de coordinación está la incapacidad para regular a los prestadores (privados o públicos) o a quienes generan recursos, sea por falta de normas, recursos o voluntad. De esta cuenta, el MSPAS no puede establecer estándares mínimos de calidad para los servicios privados, los medicamentos o la formación en medicina, enfermería o técnicos de salud. Ni siquiera ha podido exigir a los demás que den información sobre los servicios que dan o las  enfermedades que están atendiendo, y nuestras estadísticas de salud terminan ocultando más de lo que revelan. 

Y en este caos tan alegre que vamos esbozando, hay quiénes pierden y quiénes ganan. Continuaremos con las demás claves en un próximo texto. ¡Salud!

 

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