Busquemos la reserva de esperanza para Guatemala

Las encuestas que se empiezan a realizar, más que algunas tendencias en cuanto a la preferencia por precandidaturas, lo que muestran con claridad y contundencia es que la mayoría de gente no ha decidido si votará o por quién votará.

¿Hay esperanza de rescatar a Guatemala? ¿Tiene sentido seguir luchando por nuestro país, por mejorar el presente y el futuro para sus niñas, niños y adolescentes?

Responder estas preguntas requiere mucha seriedad y responsabilidad. Empezar por dejar de lado ilusiones ingenuas, reconociendo la gravedad extrema de la situación en la que Guatemala está sumida, tan mala que para la gran mayoría la única opción para mejorar su calidad de vida es huir del país como migrantes, aunque implique riesgos mortales. El pesimismo y la desesperanza se apodera de cada vez más personas, e impera el convencimiento de que Guatemala ya no tiene compostura.

El régimen de Giammattei se caracteriza por una corrupción galopante que pudre personas e instituciones. La mafia que lidera Giammattei, junto a Miguel Martínez y Consuelo Porras, ha logrado capturar entidades en los tres poderes del Estado, instituciones autónomas y descentralizadas. Siguiendo agendas egoístas y pragmáticas, les apoyan iglesias fundamentalistas repletas de fanáticos con dinero, empresarios, organizaciones no gubernamentales y otras entidades, que han vendido su dignidad a cambio de migajas del botín con el que se está cebando el fortalecido y creciente pacto de corruptos.

Toda esta orgía de abuso, corrupción y robo de los recursos públicos ha sido posible por la actitud pasiva de una ciudadanía que, cansada o abrumada por las penas cotidianas, se desentiende de la problemática nacional, para ocuparse de llevar un plato de comida a la mesa familiar. La guatemalteca es una ciudadanía que ha perdido conciencia de que tiene el poder para permitir o evitar estos desmanes.

La guatemalteca es una ciudadanía que ha perdido conciencia de que tiene el poder para permitir o evitar estos desmanes

Con base en este escenario actual, los pronósticos para el resultado de las elecciones de 2023 será la continuidad o el deterioro. Quien ocupe la presidencia será peor que Giammattei, como este es peor que Jimmy Morales, y este fue peor que Otto Pérez Molina. La mayoría en la X legislatura será peor que la actual IX, como esta lo fue a las anteriores. Y con todo esto, la pobreza y la iniquidad continuarán expandiéndose, cada vez más profundas. Ante la desesperación por la falta de oportunidades y el deterioro de la calidad de vida, más y más gente buscará huir migrando y muchos continuarán muriendo en el intento. Esos serán los privilegiados, ya que la mayoría, la que está sumida en la pobreza y la pobreza extrema, por no tener cómo pagarle al coyote, seguirán obligados a quedarse en Guatemala, sufriendo hambre y precariedad.

Sin embargo, esta no es una sentencia inevitable para Guatemala. No todos los funcionarios son corruptos, como no todos los empresarios, líderes religiosos y organizaciones sociales han vendido su dignidad y conciencia para apoyar a corruptos como Giammattei. De hecho, estoy seguro que la gran mayoría de la gente en Guatemala es honesta y trabajadora, están trabajando y desearían ver una ruta para corregir tantos males y sanar a su país, que aman de verdad.

Debemos ser realistas en cuanto a que, hoy, en las circunstancias actuales, lo más probable es que las elecciones sean un fiasco y nuestra situación empeore. Pero como colectivo social, debemos hacer un esfuerzo para entender y creer que no tiene por qué ser así, y que existen rutas para no solo frenar, sino empezar a revertir el deterioro.

Aún estamos a tiempo. Por descabellado que suene, debemos buscar reservas de esperanza. Las encuestas que se empiezan a realizar, más que algunas tendencias en cuanto a la preferencia por precandidaturas, lo que muestran con claridad y contundencia es que la mayoría de gente no ha decidido si votará o por quién votará.

La historia aún no está escrita. Nosotros debemos escribirla.

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