AVANCSO

La Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala (AVANCSO) fue creada en 1986, hace poco menos de 27 años. Entre los fundadores, se encontraban dos mujeres excepcionales: Myrna Mack y Clara Arenas –un tándem de amigas que puso en práctica aquel refrán que reza que “el trabajo hecho con gusto y amor, siempre es una creación original y única”.

¡Vaya si no lo ha sido! Casi 27 años de entrega a la investigación socialmente útil. Casi 27 años de trabajos, libros, informes, cuadernos y ensayos que se han caracterizado por su seriedad, por su criticidad y por abrir una ventana de oxígeno a la reflexión sobre los aspectos más acuciantes de nuestra realidad. Casi 27 años de optar por una senda de investigación que ha priorizado el trabajo de campo, la formación de jóvenes investigadores y el trabajo conjunto con organizaciones sociales. Un trabajo complejo, nadie lo duda; pero un trabajo que otros no hacen ni quieren hacer.

En AVANCSO se han formado grupos de trabajo sobre distintos temas, construyendo conocimiento a partir de investigaciones profundas y de largo aliento. Éstas son el reflejo de un cuestionamiento permanente que ha supuesto trabajar con novedosas entradas analíticas para entender la complejidad de la sociedad guatemalteca, la relación entre su pasado y su presente –con el horizonte puesto en generar cambios.

AVANCSO escogió un camino a contracorriente: hacer ciencia social crítica en un país como Guatemala es de valientes. De valientes y de estoicos. No ha sido fácil su caminar. Nadie debe olvidar aquel golpe que dejó devastada a la comunidad de intelectuales, de académicos, de activistas sociales y de pensadores guatemaltecos. El abominable asesinato de Myrna Mack casi pone en jaque a AVANCSO. Pero no lo hizo. A Clara Arenas le tocó junto a todo un conjunto de investigadoras e investigadores, tomar la batuta y continuar. Y lo consiguieron: el trabajo prosiguió a pesar del contexto y a pesar de las dificultades –que no han sido pocas.

Durante la noche del pasado 17 de enero, desconocidos se introdujeron en las oficinas de AVANCSO causando destrozos y robándose equipos de cómputo, discos duros, varias computadoras portátiles, memorias USB, registros fotográficos, audiovisuales y otros con información de trabajo de campo. El mensaje fue claro: la finalidad del allanamiento fue la sustracción de información. Ninguno de los investigadores con los que hablé tenía dudas al respecto porque el equipo que se llevaron (obviando otros equipos y objetos de valor) contenía el trabajo en curso e informes de investigación. El golpe no es desdeñable: se ha perdido el trabajo de años. Recuperarlo va a implicar un esfuerzo sobrehumano. Pero hay algo más que se cuela en el mensaje, se arrastra como cantil de agua, y nos eriza los pelos: el miedo. Si el robo de información era el móvil del mensaje, la intimidación era su sello.

No es la primera vez que sucede. Lo preocupante es que suceda ahora. Ahora que, como bien indica Iduvina Hernández, persisten las muestras en sentido contrario a lograr ciertos avances en materia de derechos humanos. No sólo persisten… arrecian. En ese sentido, este episodio es simbólico. Quienes nos dedicamos a las ciencias sociales, exigimos que este caso se resuelva con una investigación exhaustiva por parte de las autoridades competentes. No pedimos favores: pedimos simplemente que el trabajo que hacemos sea respetado y considerado por la importancia que tiene. Una sociedad que no cuenta con espacios para el libre pensamiento no será capaz de desarrollar las herramientas y los conocimientos requeridos para abordar los problemas que le aquejan.

No dudo en publicar que este episodio me duele. Me duele porque con AVANCSO crecí profesional y personalmente. Sé que me apasiona lo que hago en la URL, en parte gracias a la experiencia que tuve en AVANCSO. La experiencia fue intensa: intensa en el campo, intensa teórica y políticamente. Intensa también con respeto a las relaciones humanas: varios de mis mejores amigos/as trabajaron o trabajan en AVANCSO. Fue allí donde aprendí a hacer de la investigación y de la reflexión teórica, una práctica colectiva –rica en más de un sentido. Difícil también, obviamente. Pero en lo difícil está siempre pertrechada la belleza. 

A todas y todos mis colegas externo mi solidaridad. A Clara Arenas y a Gustavo Palma –directivos de AVANCSO– les repito esas palabras de Estanislao Zuleta que marcan la férrea voluntad de los valientes:

«Lo más difícil, lo más importante, lo más necesario, lo que a todos modos hay que intentar, es conservar la voluntad de luchar por una sociedad diferente sin caer en la interpretación paranoide de la lucha. (…) Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias, sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que no exige de nosotros ninguna superación, ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades«.

Desde Guatemala, México, Austin, Boston, Nueva York, Ohio, y tantos otros sitios en donde estamos todas y todos los que formamos parte del proyecto y de la historia de AVANCSO, les decimos ¡sigue vivo en nosotros el deseo por conocer, por crear conocimiento, por dislocar, por poner en duda aquello que nos es dado como inamovible, por pensar y desplegar nuestras posibilidades! Este es un texto escrito desde la indignación, pero sobre todo desde el corazón. Dicen que el primer amor nunca se olvida. Eso ha sido AVANCSO, en cierta manera, para nosotros: un primer amor, mejor aún, un amor fundamental que nos impulsa a seguir investigando con ojo crítico y con coraje. 

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