Pese al tiempo tan escaso –apenas dos días hábiles– que dio la Comisión de Derechos Humanos del Congreso para exponer tachas en contra de las candidaturas al próximo período en la PDH, Morales Alvarado reúne ocho objeciones, de distinta naturaleza, contra su pretensión de un tercer período consecutivo.
Según publican algunos medios de comunicación, el titular de la oficina responsable de promover el respeto y vigilar por parte del Estado a los Derechos Humanos, dio una cátedra de intolerancia y autoritarismo al comentar las críticas a sus aspiraciones. “… no soy una persona que haya estado expuesta al ejercicio del poder, sino que he estado diez años en él”. Es decir, el titular de la PDH no niega que ha ejercido el poder que ostenta como jefe de la institución que en los últimos diez años ha crecido enormemente sin sentido y sin rumbo con respecto a las responsabilidades que le son inherentes. Y no hay duda de que ha ejercido su poder al frente de una institución a la cual ha llevado a la debacle y a la que ha convertido en su monedero personal, así como en su agencia de colocaciones para el trueque de favores políticos.
A la aseveración anterior, el jefe de la Procuraduría, remarcó: “He conquistado muchos amigos y he conseguido enemistades, quienes están cobrándome la factura”. Nada más elocuente para cuestionar la idoneidad de quien al frente de una entidad llamada a velar por el respeto a libertades y garantías, tenga la osadía de tildar de enemigos a quienes critican su actuar. Más aún, cuando la crítica se dirige a un funcionario de Estado, sujeto a la obligación de rendir cuentas de sus actos y estar sujeto a la fiscalización ciudadana, la cual al monitorear su desempeño no hace más que ejercer un derecho que la institución a cargo de Morales, tiene la gorda obligación de proteger.
En su comentario final al periodista, el titular de la PDH hizo ver que tiene la certeza de que llegará ala terna final en el proceso de elección.
Por eso, como decía mi abuelita, “Ah sí ya papo, ¡solo eso nos faltaba!”. Por un lado, la pobre conducta en materia de derechos humanos que se pone de manifiesto con ver enemigos o enemigas en quienes le critican. Al mejor estilo de los estrategas contrainsurgentes que volvieron enemigos del Estado a quienes cuestionaban el estado de cosas. Por el otro, al aseverar y mostrar su convicción de que la Comisión de Derechos Humanos le incluirá en la terna a proponer al pleno del Congreso.
Ser el candidato que reúne una impresionante mayoría de tachas y objeciones, no es cosa de broma. La sala legislativa, tiene una gigantesca braza con la candidatura de Morales Alvarado, debido a los cuestionamientos, fundamentados, a su terca intención de obtener un tercer período, pese al estrepitoso fracaso de su gestión. Los integrantes de la Comisión de Derechos Humanos, además de revisar los argumentos presentados en contra de esta candidatura, han de investigar en profundidad, el origen de las comunicaciones electrónicas transmitidas por una dirección de correo electrónico desde la cuenta Noti Derechos Humanos, cuya producción está encaminada a maquillar la labor de Morales. Si bien es legítimo que cualquier candidato utilice las herramientas de difusión que estén a su alcance, puede ser incluso constitutivo de delito la utilización de personal y recursos de la misma PDH para promover la reelección de su titular.