El abuso tan aberrante había sido ya de por sí un hecho que nos llenó de rabia, pero además saber que los atacantes eran también menores de edad fue el corolario para perder la fe en esos jóvenes.
La justicia tiene que hacer ahora lo suyo, aunque no será ni justo ni suficiente lo que decidan los jueces hacer, ya que el sufrimiento físico y psicológico y la vida del niño ya no puede ser remediada.
La violencia hacia los niños nos está dejando sin esperanza y lo más desesperanzador es que el irrespeto a los derechos de los niños sigue siendo mundial. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia Unicef, puso en alerta, hace algunos días, el incremento de la violencia que están sufriendo los niños en el conflicto en Siria. Allá los menores se están quedando en el medio de la guerra, así como lo fue durante el genocidio en Guatemala.
Como consecuencia de quedarse en el medio los niños sufren todo tipo de vejámenes, como arrestos, violaciones, torturas, dice Unicef. Y aquí la situación no es muy diferente cuando se trata de niños que debido a la violencia quedan huérfanos. Es entonces cuando están más a merced de los abusos, de ser cooptados por pandilleros u otras mafias.
¿Y qué hay de los niños que como consecuencia de la violencia quedan en una situación de discapacidad, que hará el Estado para asegurarles una vida digna, cuando fue incapaz de asegurarles su seguridad integral?
Tampoco como Estado y sociedad hemos empezado a hablar y a reaccionar a las consecuencias psicológicas que la violencia e inseguridad está dejando en nuestra infancia. ¿Será parte de esa consecuencia el abuso que los adolescentes cometieron contra el niño que murió en Huehuetenango? ¿Y que hay de los niños y jóvenes sicarios? Será que la niñez y juventud ya se percataron que la impunidad que reina en nuestro país (que es del 95 % de los casos) les permite hacer y deshacer con la vida de otras personas?
Mientras nos enfrascamos en otras discusiones estamos dejando a un lado tantos temas que a la población guatemalteca de a pie, que somos los más, nos interesan. No basta con las acciones que organizaciones no gubernamentales hacen a favor de la niñez, se necesita más, se necesita un Estado que realmente le interese el bienestar de las y los niños, porque insisto, los adultos de hoy somos los responsables de su futuro y en el futuro, ellos serán los responsables de nosotros.