En realidad, me desconecté de casi todo por primera vez en mucho tiempo y, de esa cuenta, me enfrento a la página en blanco sin más que ese lugar común. Ya volveré a las rutinas, entraré de nuevo en contacto con las gentes, las actividades, los esfuerzos individuales y colectivos, y las cosas interesantes qué contar volverán. Mientras tanto, releyendo me doy cuenta de que, aunque mucho me he quejado de diversas situaciones que rodean el desarrollo –o el estancamiento- de la ciencia en Guatemala, también he celebrado otras tantas relacionadas justamente con lo mismo. No fue un mal año, para nada, no importando de cuánta cosa haya para protestar. Veo atrás y, de una forma u otra, sin el apoyo de los “unos” pero con ayuda de los “otros”, se realizaron muchas actividades, entre ellas el congreso de física médica, el de estudiantes de física; jovencitos entusiastas participaron en olimpiadas internacionales de ciencias; repetimos el curso NASE y quedaron las bases para hacer el tercero el otro año; la cantidad de alumnos que se inscriben en ciencias puras sigue aumentando al igual que la cantidad de estudiantes que culminan tales carreras exitosamente y se gradúan. Muchos de ellos hacen posgrados. El esfuerzo de los científicos y las personas afines a la ciencia que luchan continuamente por hacer divulgación, por enseñar, por hacer ciencia de alto nivel continúa: se acabó el año y en lugar de estar cansados y hartos, están llenos de entusiasmo para continuar un año más, muchos años más.
En resumen, logramos llevar a término varias empresas, materializar ideas, realizar sueños. Se cerró el año con una actividad grande, muy importante, la famosa GUASA de la que tanto he hablado y que, aparte de todo lo que ya conté, tuvo como resultado que las autoridades del CONCYT -ésas que ni caso hicieron al asunto durante todo el año- se quedaran boquiabiertas, avergonzadas, arrepentidas y pidieran que por favor se les hiciera parte de las futuras actividades de ese tipo. Mis respetos a los organizadores, no sólo por el estímulo a los estudiantes centroamericanos, ni por el salto cualitativo que la región ha dado en lo que a escuelas de astronomía se refiere –eso ya está dicho-, sino también por haber quebrado un poquito ese hueso tan duro de roer que es el CONCYT. Las ciencias básicas lo agradecen, Guatemala lo agradece. Quizá este año, aparte del apoyo de los “otros”, tengamos el de los “unos”. Las comisiones de la SENACYT comenzarán a reunirse pronto, ya veremos qué pasa. Prometo contarles.
No se confunda esta columna con un ataque de positivismo fútil de año nuevo. Lo que está mal sigue estando mal. Es simplemente que, a pesar de eso, mucho salió bien y esta vez quizá sirva para que lo que viene este año salga mejor, para que lo que está mal comience finalmente a ceder y se corrija un poco. Tal vez por fin regresemos a la mesa la asignación de presupuesto para la Escuela de Ciencias Físicas y Matemáticas en la USAC, créanme, seguimos soñando. Algún día escribiré que estamos celebrando que lo logramos. Para el 2014 no me propongo cambiar mi dieta, hacer ejercicio, ahorrar, abandonar los vicios, cocinar más o comenzar a hacer yoga. Me propongo no tirar la toalla, por difícil que se ponga la cosa. Trabajar en todos los frentes que pueda para desarrollar la ciencia aquí y seguir acercándola, así de hermosa como es, a quienes no han tenido contacto con ella. Si al final del 2014 tengo como resultado un par de sonrisas llenas de asombro y todavía me quedan ganas de seguir, diré de nuevo: ha sido un buen año.
* Pretty good year, canción de Tori Amos del álbum Under the pink, 1994.