¡Sea cobarde, Sr. Obama!

¡Sea mentiroso, Sr. Obama!  ¡Sea hipócrita e incoherente!  Todos recordamos que amenazó a Bashar al-Assad con intervenir Siria y castigar al régimen si usaba armas químicas.  Lo que no dijo es que actuaría sin escuchar y tomar en cuenta los cuestionamientos del secretario general y la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.

¡Sea traidor, Sr. Obama!  No siga el ejemplo de sus predecesores que inventaron excusas para iniciar guerras que reconocemos por el dolor y muerte y no por la dignidad otorgada a los sobrevivientes. ¿Dónde están las armas de destrucción masiva que tenía Irak? 

¡Escuche a las minorías, Sr. Obama!  Pero ser minorías no significa que seamos menos, pues somos más los que estamos en contra de cualquier bombardeo e intervención.  Recuerde que usted viene de una porción humana marginada, cuya voz era silenciada ante reclamos justos. ¡Trate de escucharnos!  Nosotros no tenemos el poder de decisión y por eso le pedimos que recuerde de dónde viene.

¡Sea tonto, Sr. Obama!  No acepte los informes de inteligencia redactados por políticos sedientos de sangre humana.  Desconfíe de los argumentos que le presentan los asesinos con rango con tal de dar luz verde a la maquinaria del terror perfectamente planeada.  No permita que su rostro represente muerte para cientos de niños, mujeres y ancianos. 

¡Sea humano, Sr. Obama!  Considere el daño colateral inevitable.  Esto lo sabemos gracias a la valentía de dos ciudadanos “gringos”, Manning y Snowden, que desafiando el orden establecido le ofrecieron a su gobierno la posibilidad de sincerarse con el mundo y reconocer los errores cometidos que muestran los videos “filtrados” en los cuales queda en evidencia que cada bomba “inteligente” y disparos realizados desde el aire despedazan niños y civiles inocentes.

Si aún no ha dado el ´OK´ y si en realidad le interesa defender la vida humana y no los intereses geopolíticos, demuéstrenos que un conflicto puede resolverse de otra forma.  Y si ya autorizó el bombardeo, todavía puede arrepentirse. 

Si intervenir es inminente, entonces le exigimos en nombre de cientos de voces de todo el mundo y en nombre de Dios, que sea una intervención humanitaria, en la cual cambie el camuflaje por banderas blancas, armas por medicinas, soldados por maestros y médicos, tanques por escuelas y balas por alimentos.  Si así lo hiciere, entonces la humanidad e historia lo premiará como aquel que no quiso responder a la violencia con más violencia y condenar una guerra con otra guerra.  ¿Podemos aprender del pasado?

Y si tanta es la presión que está recibiendo de aquéllos que se harán ricos con una nueva guerra, Sr. Obama, ¡Renuncie!  Salga de esa estructura política de muerte que está ahogando las voces de ciudadanos estadounidenses que han pedido en la Cámara de Representantes, frente a la Casa Blanca y en varias ciudades de EE.UU, no enviar nuevamente a sus hijos, hermanos y padres a morir en guerras innecesarias e injustas.  Tenga la seguridad que muchos países le ofrecerán con gusto asilo político e incluso le concederán el título de Ciudadano Ejemplar.

Queremos verlo, Sr. Obama, gritando en la calle con una pancarta en la mano que diga: ¡War against Syria, built on a lie!  ¡Not in my name!  ¡Hands off!  ¡Stop War! 

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