Pegar donde duele

El PP sigue siendo la fuerza política más votada, pero hay que hacer la necropsia de ley. Su derrumbamiento ha sido brutal con respecto al 2011: 11 puntos y casi 2.5 millones de votos perdidos. En elecciones municipales, este ha sido su peor resultado desde 1991. La segunda fuerza política, el PSOE, se mantiene como tal con un 25% de los votos y así se sitúa casi tres puntos por debajo de lo que cosechó en 2011.

Y ahora vienen las novedades. Dos fuerzas políticas nuevas que se han situado —en estas elecciones autonómicas— como la tercera y cuarta fuerza políticas respectivamente: Podemos y Ciudadanos.

Empecemos por esta última. Ciudadanos es una propuesta de centroderecha construida para canalizar el descontento ciudadano, pero sin proponer salidas de corte antisistémico. Es decir, indignaos, pero pijos. Y sí, como lo diría el sentido común, para competir contra Podemos. Pero, en fin, decidieron participar. Aunque hartos de la corrupción, montaron su proyecto y hoy han ganado espacios. Esto es pegarle al sistema donde le duele (afectar el bipartidismo), pero desde la derecha.

Y de Podemos, ¿qué más se puede decir?

Pues dos cosas importantes.

La primera. Podemos se constituye en otro referente de cómo el voto de indignación se puede transformar en voto estratégico. De cómo, en efecto, las historias de cambio se escriben en su inicio en la plaza, pero deben madurar y competir para ganar espacios, sobre todo si lo que se busca es restarle poder a un proyecto de corte hegemónico. A los de Podemos se les podrá llamar progres en forma peyorativa, pero han mostrado un pragmatismo político increíble: han convocado, han ocupado la plaza, han debatido agenda, han construido liderazgos, los han legitimado sin dividirse, han competido (sin pedir modificar las reglas del sistema) y han ganado bien. Tan bien que en el caso de Barcelona habrá un ejercicio de cogobierno Podemos-PSOE. En Madrid, la derecha es tan de derecha que ha dicho que prefiere gobernar con la izquierda tradicional y con aquellos progres. Y es que, bueno, allá la ideología sí cuenta. Pero lo interesante es el nuevo carácter del sistema político español a raíz de esta última elección: un gobierno conjunto en el que las opciones minoritarias tienen incidencia. Lograron ya una parte importante de su agenda.

En efecto, este pragmatismo político es resultado de una democracia institucionalizada. No hay duda de ello. Otros sistemas en los que la democracia está institucionalizada muestran el mismo patrón. En México, el otrora antisistémico Andrés Manuel López-Obrador ha madurado políticamente. Después de haberse plantado en el Zócalo y de haber construido un gobierno paralelo (con todo y ministros paralelos) rediseñó su propuesta, articuló liderazgos, convocó perfiles, diseñó un eje programático y entró en el ruedo. Ahora su propuesta de nombre Morena competirá el 6 de junio en las elecciones legislativas mexicanas. Lo anterior es interesante: pasar de ser un antisistémico a ser un actor político que comprende que la forma de debilitar al régimen —que detesta— es meterle diputados en el sistema para hacerle difícil operar en soledad. Si Morena, al igual que Podemos, logra llegar a la frontera del partido bisagra, mucho habrá ganado México y mucho habrá ganado la tan desprestigiada izquierda mexicana.

Podemos se constituye en otro referente de cómo el voto de indignación se puede transformar en voto estratégico. De cómo, en efecto, las historias de cambio se escriben en su inicio en la plaza, pero deben madurar y competir para ganar espacios, sobre todo si lo que se busca es restarle poder a un proyecto de «corte hegemónico».

Otro ejemplo latinoamericano. Los comunistas chilenos han logrado enterrar el sistema binominal heredado por la dictadura pinochetista. No es poca cosa, dicho sea de paso. Es el diseño de sistema que le otorgaba una sobrerrepresentación al Senado chileno, con lo cual le otorgaba una fuerza particular para bloquear la agenda. Pues el pragmatismo de Camila Vallejo, quien entendió las a veces porosas fronteras entre la calle y el sistema, ha permitido una victoria política para la izquierda chilena que, aglutinada y en uso por los comunistas como bisagra, pudo concretar un punto definido de la agenda. Y con eso el sistema político chileno gana dos cosas fundamentales: 1) representación equitativa —al eliminar el doblaje de las listas— y 2) representación de todas las fuerzas políticas, pues los nietos de Allende regresan al Senado. Y lo anterior es pegarle al sistema donde le duele. Aquí, desde la izquierda.

Lo segundo y último que destaco de Podemos: la tolerancia. En el caso de la autonómica en Madrid, ha competido en una asociación de partidos progresistas denominada Ahora Madrid. Y es también síntoma de un nivel de madurez y de comportamiento institucional en esta izquierda, ya que se han dejado de lado las diferencias de ortodoxia-militancia-izquierda burguesa que tanto dividen a la izquierda.

¿Qué impacto tiene esta elección? Pues hay que verlo en prospectiva. El pragmatismo de Podemos es tal que, de acuerdo con la proyección electoral hecha por el diario El País, si el resultado de las autonómicas se traslada a las legislativas, Podemos tendría 37 escaños. En vista de que las dos propuestas tradicionales no lograrían superar los 170 escaños y de que una alianza PP-PSOE para obtener el gobierno de mayoría sería suicidio para cualquiera que se acerque al PP, se tendría un gobierno minoritario que requeriría por fuerza los votos de la tercera y cuarta nuevas fuerzas políticas. Si la proyección anterior se cumple, vaya que el pragmatismo político de Podemos sería de envidiar.

Eso es pegarle al sistema donde le duele.

En la cuestión de apuntar la preferencia muy personal (no impongo ningún criterio) del voto estratégico sobre el voto nulo, la experiencia de Podemos introduce tres cuestiones importantes a analizar: 1) organización-vocación de participar legitimando agenda con liderazgos, 2) organización a través de círculos democráticos y 3) financiamiento colectivo. Quizá lo anterior es la forma pragmática de llevar el viento de la calle al sistema.

Eso es pegarle al sistema donde le duele.

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