La realidad de lo débiles que eran dichos cambios se nos estrella en la cara con el empoderamiento de sicarios judiciales que al mejor estilo de los escuadrones de la muerte, no tienen empacho en amenazar a profesionales que han protegido el estado de derecho. Con la soberbia que el roce con el poder les ha dado, levantan la espada contra jueces, fiscales, periodistas, personas defensoras de derechos humanos, así como ciudadanía en general, para imponer su programa de impunidad.
Como las cucarachas que salen al obscurecer, los corruptos y delincuentes como Jimmy Morales, salen a pavonearse y a promover su figura como opción política para un Congreso profundamente deslegitimado. Cree dicho personaje que se nos ha olvidado su responsabilidad en el incendio del hogar Virgen de la Asunción y la impunidad que le rodea, o sus apariciones en estado de ebriedad en eventos públicos. Tampoco pasamos por alto la responsabilidad de su familia en actos criminales de los que la cooptación del sistema de justicia les libró, por el momento.
Y en el presente, también tenemos claro cómo el sistema se ha nutrido de funcionarios que llegaron con títulos falsos y hojas de vida engordadas con documentos sin base. O con diputados como Javier Hernández quien irrespeta a tal grado su cargo que no se inmuta en llegar totalmente ebrio a las sesiones en el Congreso. No digamos un gobernante como Alejandro Giammattei, que fue capaz de lucrar con la vida de las personas al buscar prevendas con el negocio de las vacunas Sputnik-V, por cuya responsabilidad sigue impune. También es público el uso indebido de los recursos de estado para beneficiar a su protegido Miguel Martínez quien, junto a Manuel Conde Orellana sostienen una campaña anticipada sin el menor remilgo.
Todo eso no sería posible si, como se indica al inicio, no hubiera cooptación total del sistema de controles, en especial del sistema de justicia, por parte de la entente corrupta que ha tomado por asalto la democracia. En tal sentido, corresponde a la sociedad guatemalteca, liderazgos sociales, políticos de oposición, gremios y cuanta persona digna quede aún en el país, dar los pasos necesarios para revertir la debacle.
Articular, es decir, procurar las alianzas, también desde abajo y hacia todo nivel, a fin de consolidar los movimientos de rescate
De allí el llamado que desde varios espacios se plantea para hacer realidad las que podrían considerarse, acciones rectoras para el rescate. Organizar, desde las bases a todo lo ancho del país. Trabajo de hormiga, que informe y forme en la reivindicación de derechos. Articular, es decir, procurar las alianzas, también desde abajo y hacia todo nivel, a fin de consolidar los movimientos de rescate. Alianzas que habrán de anteponer los intereses más generales a sus propios intereses de sector, movimiento o particulares. Movilizar. Sí, movilizar porque solo de esta manera se logrará revertir el estado criminal de impunidad que nos domina y dar paso a una convivencia en armonía con el estado de derecho.
Se necesita una Guatemala en la cual, sea imposible que un puñado de criminales se coluda para asaltarla e imponer un régimen de terror como el que ahora campea, llevado en hombros por las élites corruptas.
Guatemala merece y debe florecer en un sistema en el cual todas las personas quepan y puedan ejercer sus derechos sin temor. Una Guatemala en donde impere el estado democrático de derecho y que garantice a la juventud las condiciones necesarias para su desarrollo social y humano. Una Guatemala en donde ninguna persona sea perseguida por exponer sus ideas o por luchar en favor de la democracia social. Una Guatemala, en fin, que ha sido negada durante siglos por las élites criminales y depredadoras. Por eso ahora nos toca organizar, articular y movilizar.