No sólo tú eres mi ciudad

No es posible que desde la Capital se hable en tantas mesas académicas y políticas del “poder local” y no seamos capaces de asumir el nuestro como municipio y de entender a la Municipalidad, su alcalde y su consejo municipal como algo más que un equipo de estética jardinística y “orden” vial; porque el espacio municipal es mucho más que arriates coloridos, banquetas ensanchadas y policías de tránsito bien entacuchados. La municipalidad más rica de Guatemala tiene muchas cuentas que dar, no sólo de los fondos públicos y sus inversiones, sino también de su actitud frente a quien le debe el sentido de ser.

Esta semana dos sucesos que han puesto en perspectiva una municipalidad conservadora, intolerante y sobre todo –y más importante– desconocedora de quién es parte de nuestra comunidad local. Por un lado, el haber retirado una campaña de sensibilización de una fundación internacional en temas de salud y varias organizaciones de la sociedad civil.

Es claro que es un tema difícil en una sociedad enclaustrada varios siglos atrás que ni siquiera tiene el interés de ver por la ventana y visualizar que ya somos otra ciudad en otro tiempo. Lo más penoso es que el objetivo de la campaña era precisamente romper con los prejuicios, estigmas, falsos imaginarios y reconocernos en quien va conmigo, con todo el derecho, en el mismo lado de la banqueta.

Decidir retirar la campaña del espacio público, es una decisión prepotente sin lugar. La comunidad capitalina necesita hoy más que nunca, abrir el debate sobre quiénes somos, porque la diversidad de la sociedad que somos no sólo está fuera de las fronteras de nuestro municipalidad, y quien no lo reconozca es insensible a la realidad en la que vive. Haber aceptado una petición de varios “vecinos decentes”, insultados por la campaña, es una decisión discriminatoria de nuestra municipalidad y una muestra más del desinterés que existe por transformaciones reales y profundas.

Luego, vemos antimotines y policías frente al parque San Sebastián –ojala hubieran estado ahí en abril de 1998, cuando un obispo era asesinado y un alcalde era presidente− sacando a jóvenes que desde hace mucho tiempo han encontrado un lugar para estar y pasar las tardes, en una Capital que niega los parques y los espacios abiertos. Veo las fotos de policías de un lado y patineteros del otro, y me recuerdo que lo mismo pasó con las ventas del Mercado Central, cuando se volvió una guerra de piedrazos.

¿Dónde está el alcalde que me dice que somos la ciudad y que no tiene la decencia de conocer y dialogar con los ciudadanos que son parte de comunidad? Vemos muchos policías y poco alcalde, muchas decisiones mal ejecutadas y un consejo municipal tan silencioso. Gestionar nuestra vida en sociedad requiere respeto. Un plan urbanístico se contextualiza a las formas de vida de los habitantes, se conoce el espacio en relación a quien vive en él y las formas de interacción que en él se dan.

Los dos sucesos dan gala de la manera en cómo el espacio público, no es tan público como pensamos. Un espacio público y un ser comunidad no deben perder de vista los valores políticos necesarios para la sana convivencia de los diferentes. En la Ciudad de Guatemala hay una municipalidad que decide por todos sin preguntar a nadie. El espacio, como la municipalidad, es de todos. Nada más cierto eso de “tú eres la ciudad”, también tarea a recordar de quien hoy está en la alcaldía –el alcalde y el consejo municipal− porque la ciudad no tiene dueño que pueda decir qué sí y qué no, sin importar que en la ejecución se pase a traer cualquier valor democrático. 

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