Moderar apetitos y miedos

La confluencia de la crisis económica con la social y la política no había sido tan marcada. Ahora sucede en simultáneo y, uniendo este hecho a la velocidad y a la abundancia de la comunicación en las redes sociales y en los demás medios de comunicación masivos, las características de la crisis derivada son severas y necesitan un cortafuegos oportuno, ya que pareciera que, cada día que pasa, las ideas se tornan confusas, imprudentes y arriesgadas.

Es necesaria la convocatoria al diálogo en más de una instancia. Y estas instancias deben diseñarse para remodelar, por un lado, lo económico con el fin de superar el estancamiento, que ya no se enmarca solo en lo cíclico, sino que muestra también el agotamiento estructural del modelo, y replantear, por otro lado, lo político con todas sus implicaciones. No se trata de inventar el agua azucarada. El planteamiento es similar a como se construyeron los Pactos de la Moncloa (que formalmente fueron dos: Acuerdo sobre el Programa de Saneamiento y Reforma de la Economía y Acuerdo sobre el Programa de Actuación Jurídica y Política).

Hay dos temas que considerar en esta construcción de escenarios. El primero es quién convoca, que no se resuelve si se plantea en singular. Será una convocatoria realizada necesariamente por más de una institución y va a requerir la participación de organismos nacionales e internacionales. El segundo es la característica cualitativa del diálogo. Aunque válido y práctico, un diálogo de élites no anticipa mayores posibilidades de éxito, así como organizarlo con instrumentos que garanticen la participación masiva y un nivel de conocimiento y de calidad de los planteamientos tampoco se anticipa como una tarea fácil.

Al fin de cuentas, cómo moderar los apetitos y los miedos en el marco de una discusión política (sin poder contar con partidos políticos) que pretenda rediseñar el Estado es el equivalente de cómo guardar las espadas y construir un futuro en medio de un desasosiego social y de una sordera monumental al momento de pedir cordura y visión de nación.

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