¿Merecemos ser asesinadas?

Ese martes, el medio cumplió generando «información» y muchos usuarios la compartieron y opinaron sobre ello. No necesariamente por la calidad de la nota, sino por la facilidad de acercar la «noticia» a una población indolente e inerte ante las injusticias, agregando a través de las facilidades que genera la virtualidad una amplia ración de misoginia al ambiente, como si aún no se tuviera suficiente en el día a día.

En Guatemala, según datos del Observatorio de la Mujer del Ministerio Público, se registraron en 2024 un total de 175 casos de víctimas fallecidas por femicidio; entre el 1 y el 7 de enero de 2025 se han registrado tres. Lo vemos como un número más en las estadísticas, pero debemos detenernos a recapacitar que no solo es un dato, es una problemática social que involucra a la población en todos los espacios de desarrollo y etapas de la vida. Los femicidios tienen un origen social y se justifican a través de patrones «culturales» transmitidos y reproducidos por la sociedad, lo cual los medios de comunicación no visibilizan.

Es posible crear y generar nuevos relatos y analizar críticamente las estrategias y formas de posicionar la información sin necesidad de reproducir patrones dañinos en la sociedad.

Los medios locales continúan reproduciendo información descontextualizada, cuya escala de valores en el ambiente de la «comunicación» se rige por lograr el objetivo de «vender la nota», sin importar las repercusiones sociales que ello pueda generar. Los medios no deberían permitirse caer en una óptica simplista de la violencia, que, más allá de la pantalla y la nota en la cual se publica, afecta a esos y esas sujetos tras la publicación.

Para muchos medios, es un reto reestructurar las narrativas, es más fácil reproducir lo existente que plantear nuevas ópticas ante las problemáticas. Los medios tienen el poder de transmitir y reproducir información. No es necesario reproducir la errónea idea de que somos las merecedoras de la violencia, de los golpes, los gritos, los malos tratos e, inclusive, las culpables si nos asesinan para llegar al público, no es necesario que la información generada a través de la radio, televisión, redes y muchos otros, continúe reproduciendo de manera literal y gráfica la misoginia que evita contrarrestar la cultura de violencia hacia las mujeres.

Es necesario analizar y cuestionar la información. Es posible crear y generar nuevos relatos y analizar críticamente las estrategias y formas de posicionar la información sin necesidad de reproducir patrones dañinos en la sociedad. Las nuevas miradas a través de los medios continúan siendo un reto para la sociedad guatemalteca, donde su población inhala distintos tipos de violencia cotidianamente, obligando a generar y a recibir esa equivocada información respecto  las causas.

No es lo mismo decir «mujer fallecida» a «mujer víctima de violencia femicida»; no es lo mismo indicar «Mujer es violentada por ir sola en la calle» a indicar que «Sujetos desconocidos violentan a mujer que circulaba en la vía pública».

Debemos educarnos para aprender a ver, con otros ojos y desde nuevas perspectivas, toda esa violencia que hemos normalizado y que no debería serlo. Merecemos espacios seguros, vínculos sanos, una vida libre de violencia y medios de comunicación comprometidos con nuevas narrativas.

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