La industria del cemento ha estado en la mira recientemente debido a su importancia económica, política y social. Sin embargo, la historia detrás de esta industria multimillonaria trasciende las fronteras de nuestro país e incluso inició como resultado de dinámicas económicas fuera de Guatemala.
El desarrollo de la competitividad cementera en alianza con el Estado no es algo exclusivo a Guatemala y es similar a lo ocurrido en las industrias de los países vecinos. Las razones por las cuales industrias como la del cemento son tan importantes y están atadas a la toma de decisiones políticas debe analizarse como resultado de las dinámicas comerciales y políticas globales implementadas en el desarrollo económico post-industrial. El historiador y economista Alexander Gerschenkron explicó elocuentemente cómo los gobiernos en el sur global recurren frecuentemente a la protección, fomento y desarrollo de competitividad mediante la creación de instituciones para favorecer el desarrollo de industrias en países que ingresaron tarde al mundo industrializado.
En la obra Economic Backwardness in Historical Perspective, Gerschenkron explica cómo los Estados han padecido y repetido uno tras otro los cuatro síndromes de la industrialización tardía.
El primero de estos síndromes es que entre más tarde se industrializa un país, más es necesaria la participación del Estado en el apoyo de industrias especificas mediante la creación de instituciones que concentran y prestan capital para desarrollar las industrias.
El segundo síndrome es que entre más tarde se industrializa un país, más concentrado es el patrón de propiedad de las industrias y mayor es el control de estos propietarios sobre las instituciones creadas por el Estado para desarrollarla. Tal es el caso de la industria cementera guatemalteca que es controlada por un único productor.
El tercer síndrome es que entre más tarde se industrializa un país más rápida será la tasa de crecimiento de la producción de las industrias protegidas –incluso, más rápido que el resto de la economía– debido a su control hegemónico de los precios y del mercado local; lo que conlleva al adictivo discurso de fomentar multimillonarias concesiones de construcción y de obras de infraestructura que son parte de la agenda en los planes de gobierno cada cuatro años.
Por último, el cuarto síndrome explicado por Gerschenkron es que entre más tarde se industrializa un país más probable es que la agricultura seguirá siendo relativamente subdesarrollada en comparación a la industria local, dificultando la posterior expansión del comercio nacional y centralizándolo en un grupo privilegiado institucionalmente a través de otras industrias protegidas por el Estado.
Independientemente de los múltiples efectos que tendrá la finalización y apertura de la planta de producción de Cemento en San Juan Sacatepéquez en el corto, mediano y largo plazo; la importancia que tiene el desarrollo y protección de esta industria por el Estado en detrimento de los intereses de todos los ciudadanos debe de ser nuestro centro de atención. Sin duda, la apertura de una tercera planta de producción de cemento proveerá a las industrias guatemaltecas de más cemento local; lo que coadyuvará a continuar la construcción de los tan ¿necesarios? proyectos de infraestructura con los que Guatemala sostendría sus planes de crecimiento en el largo plazo.
Pero, partiendo de estos cuatro síndromes gerschenkronianos, podemos plantear preguntas que deberíamos incluir en la discusión y búsqueda de soluciones sostenibles para el desarrollo del país: ¿seguirán los cientos de miles de agricultores guatemaltecos teniendo un acceso limitado al capital cuando el mismo está siendo inyectado a otras industrias para el beneficio de grupos de interés a través de instituciones estatales?, ¿continuarán siendo solo las regiones aledañas a las áreas industriales beneficiadas por el desarrollo de infraestructura, en detrimento de las regiones menos industrializadas del país?, ¿es viable suponer que se capitalizará la cooperación entre las cámaras y el Estado para conseguir hacer de Guatemala un país industrializado y competitivo a nivel mundial en los próximos 25 años? o, ¿acaso la conflictividad social creada por el otorgamiento de privilegios interrumpirá los planes para llenar de industrias y concreto el país? Y por último, ¿cuál es el rol del gobierno guatemalteco para fomentar y crear instituciones que ejecuten ciertos modelos de desarrollo y no otros?