Los siguanes en la cosmovisión q’eqchi’

Consideré oportuno entonces, en razón del misterio que para muchas personas presuponen los siguanes, acercarme a una interpretación cosmogónica de dichos agujeros desde la cosmovisión q’eqchi’. Me auxilió en ello el magíster Rodrigo Chub Ical, académico q’eqchi’ conocedor de nuestras tradiciones, y el profesor Carlos Humberto Reyes Gutiérrez, que me proveyó fotografías muy demostrativas.

Entré en intelección de la existencia de los siguanes en 1961, cuando yo tenía siete años de edad. A principios de ese año hubo un terrible accidente en mi pueblo. Un vehículo que transportaba a cuatro personas (padres y dos hijos) se precipitó en un siguán. En una pronunciada cuesta el motor se apagó y el vehículo retrocedió per se hacia la boca de una enorme dolina. El abismo se lo tragó. Fue necesario traer un equipo de rescate de la capital para descender a la sima. Fue encontrado el vehículo en una garganta del cono, pero en ese momento ya solo una persona estaba viva. Desde entonces la curiosidad por averiguar qué eran aquellos agujeros se acendró en mí, y así comenzó esa búsqueda cuyos hallazgos comparto en este espacio hasta donde es posible.

Más allá de las explicaciones que los geólogos nos proveen de los siguanes, estos están ligados, en la cosmovisión maya-q’eqchi’, al concepto del tzuul taq’a, (el cerro-valle). Sobre ello me aleccionó un venerable anciano q’eqchi’ hace muchos años: «El tzuul taq’a no es el dios del cerro, como ustedes los mestizos creen. El tzuul taq’a es la presencia visible de Dios invisible, la presencia cercana de Dios lejano. No se contrapone al único Dios, sino lo manifiesta más cercano, en íntima relación con la vida, con el alimento de cada día, con todos los seres vivos. Al tzuul taq’a no se le reza: se le habla, se le pide, se le ofrecen dones y se le adora. Pero principalmente se le habla. Y se manejan dos conceptos: el tzuul y el taq’a, lo bajo y lo alto, el inframundo y el supramundo, el mal y el bien, la tierra y el cielo de ustedes. El inframundo es un lugar oscuro, sin vida y de donde ninguna persona que entra vuelve a salir. La oscuridad es su característica: se asocia con las tinieblas. Allá van los malos, los violadores de la naturaleza, los que roban y los que matan».

Un siguán puede significarse como un respiradero de la madre tierra (hermanado con la vida), un drenaje natural de las aguas pluviales o un centro energético.

En ese orden (el de las enseñanzas morales en la cosmovisión q’eqchi’), la académica Adriana Estrada explicitó: «Las enseñanzas morales son tema recurrente en la narrativa oral, donde el asunto de la relación con la tierra parece casi una obsesión. Los relatos enfatizan la necesidad de volver a los valores de equilibrio, respeto y reciprocidad con la tierra y el cosmos retomando el legado de los antepasados y reconociéndose nuevamente como aj ral ch’och’ o hijos de la tierra». Ella lo hizo a través de un escrito suyo publicado bajo el auspicio del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. El artículo se llama Li tzuultaq’a ut li ch’och’. Una visión de la tierra, el mundo y la identidad a través de la tradición oral q’eqchi’ de Guatemala.

De tal manera, un siguán puede significarse como un respiradero de la madre tierra (hermanado con la vida), un drenaje natural de las aguas pluviales o un centro energético (de estas energías trataré en otro artículo). Pero también puede simbolizar el inframundo cuando los aj ral ch’och’ o hijos de la tierra no se respetan entre sí o no respetan a la madre tierra.

Finalizo compartiéndoles que en noviembre de 1967 yo caí dentro de un siguán. A decir verdad, la boca de los siguanes son verdaderas trampas. Si hay maleza a su alrededor, no se distinguen (véase la foto que acompaña este artículo). Y eso me sucedió: no vi el hoyo. Yo corría jalando un barrilete cuando caí al vacío. Me detuvo un conjunto de raíces y por medio de esas lianas logre trepar a la cima. Cuando conté el suceso, un amigo q’eqchi’ me dijo: «Tu energía es buena. Por eso el siguán te devolvió». En aquel entonces yo tenía 13 años.

A la luz de todos estos conocimientos de la cosmovisión q’eqchi’, yo me pregunto cuál sería el comportamiento de un siguán ante la presencia de ciertos funcionarios públicos de nuestro país,

Dejo la respuesta a su criterio, estimado lector.

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