Lo malo
El modelo del Hambre Cero en Brasil (que sacó de la inseguridad alimentaria a más de 30 millones de personas) inició como movimiento de base, teniendo su motor en la participación ciudadana. Se trata de una iniciativa a la que el gobierno supo sacarle petróleo político por medio de acompañamiento presupuestario y modificación de las estructuras del Ejecutivo para responder a la demanda social.
En Guatemala, parece el PHC ha sido una iniciativa del partido oficial, ni siquiera del Ejecutivo (esta idea se explicará en el siguiente artículo).
Partiendo con todos los números a su favor, apoyo del sector privado, impulso internacional y enormes expectativas ciudadanas, poco a poco la base de apoyo se ha erosionado. Faltan voces públicas de apoyo que puedan calificarse como desinteresadas, y cada día se suman voces críticas desde diversos sectores: privado, profesional, periodístico, académico, comunitario, de derechos humanos, de organizaciones de la sociedad civil. La comunidad internacional no critica públicamente, pero sí de manera privada. Las críticas desde el Congreso y los partidos políticos también abundan, pero provienen de parte interesada. No queda claro si las autoridades pueden reconocer una cosa de la otra.
El PHC tuvo una excelente planificación, pero el primer tropiezo (del cual no se repone) fue la falta de instrumentos articulados para seguimiento y evaluación.
No se conocen indicadores para analizar el desempeño de las instituciones de gobierno (que ya habrían causado más de alguna renuncia o despido de nivel ministerial), la coherencia interna y externa de acciones, cobertura (programática, territorial y poblacional, según criterios técnicos de SEGEPLAN), eficiencia, eficacia, impacto, sostenibilidad. No se contempló, o no se supo aprovechar el potencial de las bases (COCODES, COMUDES, organizaciones comunitarias) para hacer seguimiento y auditoría social. Participan, sí, pero no como componente del seguimiento y evaluación.
El SIINSAN parece robusto, pero sus 120 indicadores y resultados no están a la vista para analizar si son coherentes con lo mencionado en el párrafo anterior.
El PHC se inició con los necesarios acuerdos ministeriales, declaración de importancia política, creación de un viceministerio para extensión de cobertura de servicios de salud, pero la voluntad política no se expresa en papel ni ante micrófonos y cámaras, sino en presupuesto y ejecución presupuestaria de calidad. Ni siquiera esto último se puede analizar ahora porque las cifras son difíciles de obtener.
A cambio de lo anterior, la percepción es que se intentó avanzar con una estrategia de partido político y no de Estado: publicidad, eventos con resonancia, campañas de promoción, acción mediática.
Es decir, la estrategia reina ha sido de promoción (¿para ganar tiempo, para esperar a los que vienen retrasados?), no de ejecución. La maquinaria del Ejecutivo no ha estado a la altura de las necesidades, el PHC le quedó grande y no se ha hecho suficiente para cambiar esa realidad. El Ejecutivo no realizó cambios estructurales para acomodar el peso de la carga. Un ejemplo es el sistema de atención primaria y de extensión de servicios de salud.
No se trata de restar mérito a muchas actividades que, sin duda, se han hecho con entusiasmo, profesionalidad y compromiso. Acciones como Código Azul, que ayuda a despertar la conciencia de los jóvenes, son algo muy bueno, y felicito a quienes han invertido su tiempo para conocer la realidad de primera mano, y a quienes han manejado los eventos con tecnología de “Reality show”. Buen trabajo, pero todo ese esfuerzo no basta. Los ministerios tienen que hacer su parte dónde, cuándo y cómo se necesita, para que los buenos planes se conviertan en buenos resultados. Los delegados necesitan todos los recursos para llegar a los más vulnerables y los caza votos tienen que mantenerse fuera del sistema.
La SESAN y su Secretario no tienen el mandato ni el poder jerárquico para alinear a los ministros. La figura vicepresidencial es clave para el avance sostenido del PHC. Con el poder colosal concentrado en ese despacho, las conjeturas sobre las razones para que el Pacto no marche disciplinado y a paso firme apuntan hacia un lugar no privilegiado en las prioridades. Nunca como ahora, la vicepresidencia tuvo tanto poder y capacidad para hacer sentir su peso sobre los desalineados.
Con el triste panorama fiscal (recaudación, carga tributaria), el endeudamiento externo sin precedentes y la desfinanciación de actividades en el propio corazón del PHC (la Ventana de los Mil Días), parece que las oportunidades de enderezar el rumbo se agotan.
Hay más que decir, pero el espacio no permite extenderse en explicaciones y contenido. Como no soy dueño de la verdad y siendo un tema tan importante, lector, lectora, se le invita a contribuir a la discusión por medio de la sección de comentarios.
Hasta dentro de dos semanas, con lo feo del PHC.
* http://www.plazapublica.com.gt/content/lo-bueno-lo-malo-y-lo-feo-del-hambre-cero-i.