Las telecomunicaciones y la cultura

Este crecimiento se proyecta para el próximo lustro, en el cual se calcula que el número total de celulares activos podría duplicar la población humana mundial.

Específicamente en nuestro país, a raíz de la generalización del mercadeo de los llamados “teléfonos inteligentes”, podemos apreciar que a partir del año 2012 los usuarios más jóvenes de la población guatemalteca incrementan el uso de las llamadas Redes Sociales, desde las capas sociales altas hacia los estratos medios, extendiéndose hoy en día esta práctica hacia todos los sectores restantes de la población con un eventual acceso al Internet.

Esta revolución tecnológica en las telecomunicaciones está vinculada con cambios más profundos que a nivel mundial se están dando en la dinámica de los sistemas computacionales de información, mismos que incluyen desde las políticas de licenciamiento y la propiedad de la información, hasta el paradigma dominante en los negocios y las estrategias referidas al mercado de la tecnología electrónica.

Con este advenimiento globalizado de posibles enlaces sociales, viene un cuestionamiento ético y otro pragmático sobre el futuro al que estas nuevas modalidades de telecomunicación nos están impulsando. Vemos cómo de repente el mundo se ha vuelto más pequeño y comunicarse unos con otros es aparentemente mucho más fácil y sencillo.

De manera paradójica, a pesar de estas facilidades, existe ya evidencia que las personas que son usuarios asiduos de las redes sociales presentan mayores niveles de aislamiento y soledad, perjudicando la calidad de sus comunicaciones presenciales, pues al desatender a los más próximos se generan conflictos de todo tipo en los diversos entornos en los que participan, léase, familiar, laboral, social y político.

Por otro lado, los valores tradicionalmente aceptados están sufriendo un cuestionamiento sostenido por las generaciones entrantes, las cuales se están desarrollando bastante al margen de la cultura actualmente subyacente en el tejido social. Este desencaje generacional es creciente y preocupante, si tomamos en cuenta que la escuela del siglo XXI no está realizando los cambios pertinentes al ritmo vertiginoso que los cambios tecnológicos exigen.

Ejemplo de ello es el estilo de la comunicación vía “chat”, los comentarios y las anotaciones de tipo “like” que en los medios sociales los usuarios efectúan frecuentemente. Académicos señalan como la ortografía y la redacción van en caída, apuntando a un empobrecimiento de las relaciones personales detrás de los intercambios. A su vez, dado que la mayoría de los espacios de opinión no son serios o responsables, los jóvenes entran consecuentemente en un relativismo generalizado, que no discrimina jerarquía o calidad de la información.

Quizá el señalamiento más profundo sobre los peligros subyacentes bajo las redes sociales es el referido al Principio de Realidad. El problema se hace manifiesto en los diálogos, que pueden estar basados tanto en realidades como en ficciones, colocando estos dos polos existenciales a un mismo nivel ontológico. Así, el usuario podrá vivir de manera totalmente evasiva e irresponsable, dentro de un contexto antojadizo o fantástico, similar al obtenido con las drogas. Al desaparecer los referentes que contrastan mis ideaciones con la realidad de la que converso, se corre el peligro de “psicotizar” a toda la humanidad.

Aunque éstas y otras críticas están orientadas al freno del uso de los nuevos medios, debemos aceptar que las nuevas telecomunicaciones han venido para quedarse y es por ello que DEBEMOS pensar de manera inversa, en el sentido de aceptar esta realidad ineludible y partir de ella.

Es decir, son los sistemas y las estructuras vigentes las que deben evolucionar con los cambios que la tecnología está imponiendo. Así, el Paradigma Educativo, al igual que nuestros lenguajes coloquiales, los Foros y la Discusión deberán entonces enfocarse positivamente en los puntos de inflexión clave para no perdernos en la maraña de los detalles que los fantasmas del miedo nos puedan dibujar.

Estamos ante un reto quizá nunca antes enfrentado y debemos conservar la confianza en nuestras capacidades y la fe más profunda en la Humanidad, como directriz y generatriz de toda mejora social.

Inicialmente matemático, realiza estudios diversos a nivel de postgrado en las áreas de Currículo, Investigación Social, Filosofía, Psicología, Física, Seguridad Industrial, Medio ambiente, Calidad y Economía de los Recursos Naturales. Actualmente se desempeña como consultor independiente de Modelos Matemáticos para la Epidemiología Analítica y la Educación.

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