Irresponsabilidad criminal

Las primeras acciones del mandatario más que un enfoque de sanidad y salud pública, tuvieron un carácter de control social. El sistema de salud, que había estado sometido a un proceso continuado de deterioro, terminó por quedar en la absoluta miseria, lejos de ser fortalecido. Con bombos y platillos el gobierno de Giammattei anunció las donaciones de cierto  número de empresas privadas que, dijo, aportarían en la construcción de centros hospitalarios para la atención de la enfermadad.

Poco tiempo bastó para poner en evidencia que ni lo anunciado como donación era tal, ni lo asignado en el presupuesto para atender la pandemia se destinaba para dicho fin. Desde el inicio de la crisis, cuando las personas enfermaban y el sistema de salud se saturaba, se puso en evidencia la maquinaria del latrocinio y el saqueo. Funcionarios o familiares de estos, incluidos amigos de los hijos de Giammattei, así como de su protegido Miguel Martínez, recibieron contratos jugosos con el Estado. Mismos que se otorgaron a empresas cuyo giro comercial distaba mucho de los contenidos de los procesos adjudicados.

Conforme pasaron las semanas y se acumularon los meses, la desfachatez se cubría simbólicamente con las mascarillas. Cientos de personas fueron atendidas y tuvieron un examen para determinar si padecían de COVID-19, con pruebas falsas. La conclusión de negatividad al virus, arrojada por dichas pruebas, pudo haber sido la causa de la expansión exponencial que se produjo en varios municipios.

Obsesionado con la voraz apropiación de recursos, ni siquiera se preocupó de gestionar con tiempo la solicitud de vacunas, previo a su puesta a la venta en el mercado. De allí que Guatemala quedara muy lejos en la lista de países receptores de las mismas. Sin embargo, con precipitación y rapidez poco antes vista, negociaron con una empresa rusa la compra de 16 millones de vacunas Sputnik-V, para inocular a 8 millones de personas. En teoría esta acción habría cubierto más del 75 por ciento de las necesidades para inmunizar a la población del país.

A este ritmo y sin medidas de mitigación efectivas, una vez más será la población la que sufra las consecuencias de la incapacidad y la corrupción gubernamentales

Sin embargo, el negocio que se concretó al parecer en una alfombra enrollada repleta de dinero para sobornos, resultó lesivo para el país. Las vacunas Sputnik-V, llegaron a cuenta gotas e incompletas. Y, oh sorpresa, varios millones de las mismas se vencieron, mes con mes por lo que, el pago realizado representó más que un gasto o inversión, una pérdida millonaria. Cabe sospechar que, muy posiblemente las vacunas no vencieron sino que, simplemente no llegaron y darlas por vencidas era la manera de sacarlas de inventario para no rendir cuentas de los cientos de millones que se robaron.

Junio de este año empezó con un repunte impresionante de infecciones por COVID-19, lo que está a punto de llevar al país a reportar un millón de casos positivos desde el inicio de la pandemia. Y, aunque era evidente el avance, el Ministerio de Salud, que apenas dos semanas antes había eliminado las medidas de prevención, tardó casi un mes en poner de nuevo en vigor, la obligatoriedad en el uso de mascarillas.

Mientras tanto, somos el país con el más bajo índice de vacunación con apenas el 38 % de la población con esquema completo en Latinoamérica. Esa ha sido una de las razones por las que en esta ola, los niveles de contagio sean altos y se pasara de 150 a 5,000 y 7,000 casos por día. A tal grado que la  positividad del virus con relación a las pruebas ha llegado a ser del 34 por ciento. A este ritmo y sin medidas de mitigación efectivas, una vez más será la población la que sufra las consecuencias de la incapacidad y la corrupción gubernamentales.

Los hechos hablan por sí solos. El gobernante jamás actuó según lo que ostenta como profesión. A diferencia de quienes trabajan en los hospitales como San Juan de Díos, Roosevelt y los hospitales de los departamentos, a Giammattei no le preocupa la gente. Le preocupan sus parientes y su círculo de protegidos. La población nunca ha sido su interés y lejos de manejar la crisis con visión de estadista, lo ha hecho con la más absoluta irresponsabilidad que raya con una conducta criminal.

 

 

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