Inútil (IV y final): caminos*

Quien adopta esta forma de pensar es una persona empoderada, capaz de cuestionar sin tragarse cualquier cuento que le vendan. Toma decisiones informadas, corrobora sus fuentes, desarrolla un detector de patrañas llamado pensamiento crítico, el cual no será infalible, pero sí acertado muchas veces y, lo que es mejor, perfectible. Es el camino para evitar que le tomen el pelo.

La ciencia invita a andar con los ojos bien abiertos: grandes descubrimientos surgen donde no se los buscaba, porque alguien supo darse cuenta. Descubrimientos accidentales llevaron a la anilina, el edulcorante aspartamo, la radiactividad y el Viagra. Seguramente hay multitudes agradecidas.

La ciencia es una de las pocas empresas humanas en las cuales las naciones cooperan. Grandes centros de investigación agrupan científicos de todas partes del mundo, inclusive ciudadanos de países en guerra trabajan juntos en la persecución de un mismo fin. Ejemplos de estas colaboraciones son la Unión Astronómica Internacional, el CERN y la Estación Espacial Internacional. La ciencia ha tendido puentes que nos unen como humanos, sin importar nacionalidad, religión, raza o género.

La ciencia nos permitió detectar lo repetible y luego hacer predicciones. Ha revolucionado nuestra visión del mundo una y otra vez. Nos enseñó nuestro lugar en el Universo y resultó que no era el centro. Cada vez nos descubrimos más pequeños, pero nos sabemos únicos habitando uno de los muchos planetas que podrían albergar vida en los millones de millones de galaxias que existen.

Conocer cómo el azar traza los caminos de nuestra evolución, conocer las condiciones que modificaron y que modificamos de vuelta, nos muestra que somos una especie única, coexistiendo con muchas otras igualmente únicas que aparecen y se extinguen, como lo haremos nosotros también. Valoramos nuestro breve paso por el Universo como una oportunidad de trascender como especie y como individuos. La ciencia nos ha enseñado lo preciosa que es nuestra pequeña casa, esa nave en la que atravesamos vertiginosamente el espacio: la Tierra. Nos mostró de qué estamos hechos y nos conecta con toda la materia que existe al revelarnos que estamos hechos de lo mismo: “polvo de estrellas”. Las estrellas mueren para fabricar otras nuevas, nuevos planetas, nueva vida y, sin su muerte, los elementos que nos conforman no existirían.

Por último, pero no por eso menos importante, la ciencia es un camino hacia la belleza. Y no es privilegio de los que hacen descubrimientos en lo profundo del espacio, en los rincones de la tierra y el mar, en las ecuaciones en papel, en las poderosas computadoras, en las entrañas de la materia, en la complejidad de la vida. Artistas colaboran con científicos para representar lo que aún no podemos fotografiar. Podemos asociar colores o sonidos a otros parámetros que medimos: traducimos la ciencia en imágenes o música. La música y el color no son más que hermosa física.

Si bien es cierto que hay una estética subyacente en el desarrollo de las teorías científicas, que busca simplicidad, elegancia y, en muchos casos, es material sólo para iniciados, la contemplación de la belleza a través de la ciencia es para todos. Contemple el cielo, contemple el humo, los rayos, las nubes, la naturaleza y luego averigüe qué sabemos al respecto. Quedará maravillado. Parte importante de la comunidad científica hace divulgación. Encontrará excelentes acercamientos si es curioso, paciente y sabe buscar. Pero, sin ir muy lejos, puede observar bellos fractales que resultan de hacer matemática con computadoras, y los que aparecen así nomás en la naturaleza. Deslúmbrese con los cielos estrellados en lugares remotos y con las hermosas imágenes producidas con los más potentes aparatos desarrollados para mirar el espacio, o los desarrollados para amplificar lo más pequeñito.

El Universo es belleza y la ciencia le regala caminos para recorrerlo, mirarlo, tocarlo, asirlo, vivirlo. Es la experiencia completa que nos hace humildes y nos alimenta el ego, nos permite ayudar y trascender, así como experimentar placer y asombro.

 

Roads, canción de la banda Portishead, del álbum Dummy (1994). 

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