Hay decisiones que nos marcan el resto de nuestras vidas

Vemos casos de mujeres que realmente necesitan este tipo de apoyo porque hay padres irresponsables que no asumen que los hijos se tienen entre dos, por lo tanto la responsabilidad es de ambos. Mujeres que tratan de salir adelante con sus pequeños, con trabajos diversos. En otros casos somos testigos de las luchas sin tregua por la custodia, algunas veces porque se ama a los hijos y se les quiere proteger, otras porque se convierten en el arma de presión y venganza contra la pareja, de ambos lados por igual. En otros casos, las mujeres han estado en el rol tradicional de esposas, nunca trabajaron cuando la relación se acaba, dependen del agresor en la parte económica para rehacer sus vidas, dependencia económica que muy pocas logran romper.

Pero hago referencia a todo esto, porque en el fondo ni el hombre ni la mujer, asumen la responsabilidad de que tomaron decisiones que los unen de por vida, una de esas decisiones es la de tener hijos: ese vínculo no se rompe nunca. Y cuando decidimos ser padres o cuando establecimos relaciones sexuales sin protección sabíamos que podía haber consecuencias. Siempre he sido de la idea que no hay amores por siempre, el amor se termina, si no tenemos la capacidad de alimentarlo día a día, y esto no es tarea solo de la mujer, es de ambos de la pareja. Y cuando no se puede, cuando el amor de pareja se acaba, y hay hijos de por medio debemos de separar nuestras diferencias de ellos, y garantizarles la relación, comunicación, con ambos, que sepan que sus padres un día se amaron y ellos son fruto de ese noble sentimiento, y que hoy son dos personas que se respetan y con las cuales podrán contar siempre. A los hijos debemos darles amor, seguridad, protección que va más allá de una medida de seguridad, es la estabilidad emocional, económica. Que no tenga que andar con la preocupación de quien va a pagar su colegio o decidir con quién quiere estar.

Claro que como todo, esto también tiene sus excepciones, y una de ellas es cuando hay violencia sexual de por medio y el agresor es el padre, pueden haber otras, en donde no solo se justifica sino que debe garantizarse la protección del menor. Al final, son los niños y niñas quienes asumen el peso de la violencia en el hogar y la irresponsabilidad de los adultos. Algunos como Daniel Porras la pagaron con su vida, antes de ser asesinado a golpes por familiares cercanos, sufrió los golpes de los padres, el abandono, el desamor, al igual que sus hermanitas, y como él hay muchos niños más. Siempre se dice que un niño o niña son bendiciones de Dios, si es así, ¿por qué los abandonamos a su suerte?, y esta es una responsabilidad compartida entre los padres, la familia, la sociedad y las instituciones del Estado.

Debemos anteponer a cualquier otro interés, el bienestar de la niñez. Guatemala cuenta con todo un marco legal de protección y se supone que cuenta con instituciones que deben garantizarla. Sin embargo, las cifras de violencia y abandono dicen lo contrario. Debemos fortalecer la prevención, poniendo al alcance de nuestros jóvenes la información necesaria que les permita tomar decisiones para ser felices, para realizarse plenamente y estar listos para una paternidad y maternidad responsable.

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