¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo!

Celebrar la Navidad y el Año Nuevo siempre ha sido un momento del año que he esperado con emoción, incluso cuando conforme fui creciendo dejaron de regalarme juguetes y empecé a recibir calcetines y agendas.

¿Navidad = comprar?

El fin de año se asocia indefectiblemente a la Navidad y Año Nuevo, momento en el cual los centros comerciales hacen gala de la ya deformada imagen de Papá Noel y lo ponen en el mostrador con regalos de todos tamaños.  ¿Es malo comprar y regalar en Navidad?  Yo creo que no.  Si alguien quiere comprarle a su mamá una loción o a un hermano un celular o artículo personal, me parece que es una buena oportunidad para hacerlo.   

Lo que considero un error garrafal es pensar que la Navidad se acaba con el Santa Claus del comercio.  Por ello, el hecho de comprar regalos para todos mis familiares no significa en absoluto que tenga el espíritu navideño, sino que demuestra que el bolsillo tiene el espíritu comercial. 

No es suficiente…

Puede ser que la venida de aquellos familiares o amigos que están en otros países y continentes, hermanos lejanos que hacen lo imposible por venir a pasar con nosotros las fiestas, traigan y despierten con su abrazo lleno de afecto el sentimiento necesario para ser dignos de celebrar la Navidad. 

Expresar ese afecto a nuestros seres queridos nos humaniza y nos sitúa a nosotros como el centro de las celebraciones.  Entonces el comercio deja de ser lo principal y se convierte en una de las formas disponibles para reforzar nuestra gratitud por ese encuentro amoroso que fortalece y anima a sonreír.  Un abrazo sincero y caluroso puede ser mucho más efectivo que diez regalos fríos con descuento del 40%.

¡Qué difícil decir Feliz Navidad!

Es importante que reconozcamos al otro como nuestro hermano, sin importar el credo o espacio geográfico que ocupe.  Por ello debemos nombrar a aquellos países en los cuales la tristeza y muerte serán las palabras dominantes en este fin de año.  Pensar así nos lleva irremediablemente a sorprendernos que en la Casa Blanca se coloque el arbolito y se canten villancicos, cuando pesa sobre sus informes de inteligencia que pudieron evitar alguna de las más de 200 muertes de hombres, mujeres y niños en Palestina durante el ataque llamado Pilar Defensivo liderado por Israel. 

Si nuestro arbolito va a tener luces, lo ideal sería que nosotros nos convirtiéramos en esa luz en medio de tanta tristeza e injusticia.  Por eso es fundamental que los jóvenes lideren esa praxis, llevando alegría a los asilos, tocando guitarra con los niños sin hogar o simplemente compartiendo un tamal al eterno vagabundo del barrio.  De esa forma, celebrar la Navidad sería celebrar y aventurarnos a vivir la vida, la cual está minada por falta de oportunidades laborales y poco acceso a una educación pública de calidad.  Desear prosperidad es querer que en todas las familias el hambre no les apague el ánimo de reír y de luchar por salir adelante día a día.

Desear Feliz Navidad y próspero Año Nuevo, significa que tenemos la fortaleza y esperanza necesaria para hacer todo lo posible porque así sea.

* El autor nació en Guatemala. Ha realizado estudios de Humanidades y Filosofía en la Universidad Rafael Landívar en Guatemala, Comunicación Social en la UCA de Nicaragua y de Teología en la Javeriana de Bogotá. En el 2004, ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en Panamá. Ha colaborado profesionalmente en el Colegio Externado de San José, UCA y Fe y Alegría Zacamil de El Salvador. 

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