Fanáticos
La RAE dice que fanático, ca. viene del latín fanatĭcus: 1. adj. Que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas. U. t. c. s. 2. adj. Preocupado o entusiasmado ciegamente por algo. Fanático por la música.
De ser así, fanáticos chapines del equipo perdedor defendieron con tenacidad desmedida golpeando a jugadores chapines del equipo ganador, pues estaban estúpidamente entusiasmados por un simple deporte, un partido de fútbol.
OJO… los fanáticos sabían que tenían que ganar “a huevo”, y por eso al perder tiraron piedras, palos y agredieron a un par de enemigos.
Tolerancia
La RAE dice que tolerancia, viene del latín tolerantĭa: 1. f. Acción y efecto de tolerar. 2. f. Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.
De ser así, fanáticos chapines respetaron, ovacionaron, gritaron y aplaudieron en 3 ocasiones al astro argentino por cada gol. Y por si alguien no se enteró, el marcador quedó 4-0 a favor de Argentina siendo el equipo guatemalteco el perdedor.
OJO… los fanáticos sabían que era un partido amistoso. Un “espectáculo” deportivo al que todos iban dispuestos a disfrutar más que a competir. Además, en el colectivo estaba la idea primera de disfrutar la agilidad y destreza de La ‘Pulga’ Lionel Messi.
Algo huele mal…
La maldición de Malinche significa entregar lo mejor al que viene de fuera y la incapacidad de reconocer y valorar lo propio. En este contexto, la actitud malinchista significó agredir al paisano y aplaudir al extranjero. ¿Es culpa de los aficionados? En realidad no podemos atribuirle toda la responsabilidad directa a ellos pues son necesarios para mantener vivo el aparataje económico detrás de tal espectáculo futbolístico. ¿Qué habría pasado si tras el primer gol le hubiesen tirados piedras y palos a Messi?
Ahora bien, ¿somos una sociedad en bienestar? Véase la ferocidad de los conductores en la ciudad, la impotencia frente a la extorsión y fecha impuesta por las maras, los asesinatos y ajustes de cuentas de los narcos, la ridiculez de los mensajes –tweets- de algunos políticos, el precio de la canasta básica imposible de alcanzar, el trabajo arduo injustamente remunerado, etc.
Tales actitudes no son un hecho aislado, sino que representan en pequeño algo mucho más grande. Es decir, si gozáramos de tranquilidad y bienestar social con seguridad todo sería distinto, pero al reconocer que no es así y sentir la represión y cero posibilidades de canalizar los disgustos sociales, pasamos de ser ciudadanos a formar parte de una bomba de tiempo que por lo regular explota en el momento menos oportuno y contra aquellos que no tienen la culpa de nuestros males. Tal actitud se comprende pues nos han obligado a tolerar los “errores administrativos” del gobierno, empresas y trasnacionales fruto de los despidos injustificados, acosos, favoritismos, mentiras, y en el peor de los casos la amenaza directa que puede cegar una vida. En caso de necesitar un ejemplo, recordemos aquella manifestación que terminó siendo nombrada como la primera masacre del ejército tras la firma de la Paz, véase Toto, 4/10/12.
De tal manera que a sabiendas de intolerancias por doquier, quizá debamos defender con tenacidad y apasionamiento causas más importantes y justas que beneficien a nuestro país, como el acceso a una educación pública de calidad, mejora en el sistema de salud, precios aceptables de la canasta básica, un transporte urbano digno y pedir honestidad a los funcionarios públicos.
El ejemplo lo han dado los Adultos Mayores en Nicaragua, y Brasil nos ha demostrado que son más que playas y fútbol.