El método cuenta

Dickie es un punto obligado, en calidad de su posición como profesor de estudios itálicos en el London College y en razón de sus textos. Tres textos destacan entre su vasta producción. Primero, el clásico titulado ´Cosa Nostra´: A History of the Sicilian Mafia en donde por cierto, hay un tratamiento fascinante con respecto al análisis estructural de los clanes criminales propios del mediodía italiano. El segundo título, Mafia Republic: Italy’s Criminal Curse. Cosa Nostra, ‘Ndrangheta and Camorra from 1946 to the Present es un despliegue sociológico, histórico y cultural que desnuda las relaciones de corrupción entre el Estado italiano y los clanes criminales. El tercero de los textos se titula Blood Brotherhoods: The Rise of the Italian Mafias y profundiza en una cuestión fundamental que el primer texto (Cosa Nostra) no tiene espacio para cubrir. A decir, cómo se construye una cultura criminal con base a lazos de consanguinidad en el uso de ceremonias rituales proto-religiosas donde la sangre juega un rol unificador. Así entonces, Dickie traza el desarrollo de las sociedades iniciáticas criminales desde mediados del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX.

El afamado NY Times ha publicado recientemente una revisión del texto Mafia Republic. Y no resulta necesariamente buena. La reseña fue escrita por Alexander Stille, profesor universitario en Yale, periodista y especialista en materia del crimen organizado. Stille es autor del texto: Excellent Cadavers: The Mafia and the Death of the First Italian Republic.

De acuerdo a Stille, si John Dickie hubiese reducido su libro en un 20%, hubiese logrado un documento medianamente decente porque en opinión del profesor de Yale, las decenas de miles de páginas y documentos que se presentan en el texto son de calidad secundaria. Porque lo intenta John Dickie es tratar de proveer un elemento unificador, un ´eslabón común´ para el estudio – al menos– de tres grupos criminales que hoy siguen teniendo enorme vigencia y que en su opinión son increíblemente originales.

El fenómeno mafioso en Italia (la ´malavita´ como le llama Saviano), es de acuerdo a Dickie un fenómeno increíblemente moderno. La mafia italiana (cual fenómeno de sociedades unidas por sangre y por rituales iniciáticos) se cultiva en un período que no supera los 70 años; del Risorgimento político a inicios de 1800´s en Italia y concluye con la Guerra Franco-Prusiana

¿Cuáles son los ingredientes para esta particular sopa? El derrumbamiento del orden público, la proliferación de nuevas oportunidades de enriquecimiento ilícito, la falta de instituciones creíbles para proporcionar protecciones básicas y la presencia de empresarios violentos listos para tomar ventaja.[1]

Alexander Stille ha reaccionado contra buena parte de los argumentos anteriormente presentados.

La crítica de Stille se dirige hacia la fijación que Dickie le presta al rol que juegan los ritos de iniciación en tanto y cuanto estas formas simbólico-mágicas (recuérdese aquí el concepto de magia usado por Durheim) son el elemento que distingue a los grupos italianos. Dickie teoriza de forma muy congruente a la sociología de Durheim. Los cultos están compuestos de ritos,

(aunque no todos los ritos conforman un acto litúrgico público) . Los ritos prescriben la forma de comportamiento ante ´lo sagrado´ y lo propiamente sagrado es resultado de una dicotomía de mundos creado por el marco ritual: lo sagrado (cual lo separado o aislado de las prohibiciones) y lo profano, como aquello sobre lo cual hacen efecto las prohibiciones. La vida mafiosa entonces, al creerse superior a la moral y códigos civiles sería una representación de lo sagrado en el sentido más estricto de la antropología cultural. Los rituales y códigos de conducta (en este caso criminal) tienen una doble función: generan solidaridad y sirven como una «marca » poderosa con el mundo exterior.

Stille presenta suficientes argumentos para mostrar cómo las bandas criminales con redes de solidaridad y organización extensiva existieron en la Inglaterra moderna temprana — así como en muchas otras partes de la Europa del siglo XVII. En la medida en que los Estados Nación fueron apareciendo, estas formas delictivas desaparecen para hacerse notar en otros contextos con residuo neo-feudal (como lo es la Italia del siglo XIX) pero lo mismo puede decirse de los grupos criminales de tipo mafioso que florecen en contextos donde hay gravísimos vacíos de poder (cómo en los países con Estados débiles como México, Colombia y la Rusia post-soviética).

Quizá la glorificación que John Dickie realiza de los grupos italianos criminales (lo cual es normal en un profesor de estudios itálicos) genere curiosidad. Los eleva al grado de ´sociedades de honor´ mientras que otros autores simplemente los presentan cómo ´bandas de pueblo´. Así podría pensarse de algunas estructuras rurales camorristas.

La cuestión es la siguiente.

El combate efectivo al crimen organizado en Italia fue posible al momento en que la preocupación propia de las fiscalías (con Falcone a la cabeza) se dirigió primero hacia las características puntuales del grupo criminal. Cuando el fenómeno se entiende, es posible dirigir luego los esfuerzos de la política pública. La otra opción es suponer que el crimen organizado es tan igual cómo cualquier otra forma de delincuencia regular y por lo tanto, basta la fuerza bruta.

Por eso no sorprende lo que sucede en México. El enfoque es diseñado por generales y menos por antropólogos. Y allí el gran resultado: Las fosas colectivas.



[1] Todas estas características perfectamente podrían referir a México o a los países del Triángulo Norte. 

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