En la tradición católica, eso es la repetición continua de oraciones, órdenes de expulsión y el el uso de objetos que resultan perjudiciales para la entidad que ha tomado posesión del objeto o ser.
Ahora bien, cuando dicho ritual se elabora es porque hay signos inequívocos de posesión. Definida científicamente, la posesión es una alteración aislada o episódica del nivel de conciencia caracterizada por la suplantación de la identidad habitual por otra diferente la cual tiende a ser adjudicada a un espíritu, poder u otra persona. (He tomado la definición del texto ´Sinopsis de psiquiatría´ de Harold Faplan).
Ese acto de apoderamiento significaría necesariamente que determinados comportamientos están influenciados por una ´entidad superior´. En la tradición católica estamos hablando de hechos concretos: a) la capacidad de hablar una lengua que el poseso jamás conoció o estudió, b) levitar, c) conocimiento del futuro o de cosas ´en lo oscuro o secreto´, d) aversión a las imágenes religiosas u artefactos bendecidos y, e) fuerza descomunal.
Ahora empieza el debate.
¿Por qué los hechos de ´posesión demoníaca´ siempre suceden en personas comunes y corrientes, cuya existencia o muerte nada agregan ni nada quitan al mundo? Sarcásticamente dicho, ¿Qué gana el demonio poseyendo a un indígena del altiplano mesoamericano? (mi caso de estudio), ¿O a una devota y ´casta´ (el principio de falsabilidad popperiano siempre presente eh…) muchachita del campo alemán (Anneliese Michel)? ¿O jóvenes urbanos del centro de la ciudad de México? (La diócesis de la Ciudad de México reporta que se realizan hasta cinco exorcismos diarios y cuenta con ocho exorcistas de planta).
Pero repito, ¿Qué gana el demonio poseyendo y destruyendo la vida de gente ´ordinaria? Invertida la pregunta, es el argumento de Celso (Discurso verdadero contra los Cristianos) sobre ´¿Qué ganaba la Deidad al hacerse hombre entre los más olvidados de los olvidados´? Celso, un griego erudito del siglo I DC no entendía cómo una religión de salvajes pastores, mugrientos esclavos, prostitutas y ladrones colgados en maderos pudiera estar al nivel de los ´grandes mitos romanos´. Tal vez por algo, el cristianismo necesitó romanizarse. Pero aún romanizado, pone su énfasis en que gente ordinaria es el campo de batalla de las ´fuerzas del bien y del mal.´
Reflexionemos, entonces, sobre la ordinariez.
En la obra Más allá de la interpretación de Gianni Vattimo se afirma que los grandes movimientos filosóficos occidentales han sido sustituidos por una suerte de hermenéutica popular, la actitud de ´yo no sé filosofía pero interpreto mi mundo´. Vattimo le llamará una suerte de ´hē koinē diálektos ´, un ‘habla común’ (en referencia a las distinciones entre el griego clásico y la versión popular del griego Koiné). Hoy, sí, nos importa el qué puede pensar el sujeto común. Mencionemos también la figura de Domenico Scandella (más conocido como Menocchio). Scandella, un simple molinero con cierto grado de ilustración autodidacta, fue quemado en la hoguera por sus opiniones ´académicas´. Carlo Ginzburg, en Il Formaggio e i Vermi, (1976) reflexionará sobre la trágica situación de Menocchio, pero le dará importancia a la visión del mundo articulada por un hombre común (Microhistoria).
Los hechos comunes entonces, tienen importancia. Pero, ¿qué pasa con lo no común y lo no ordinario?
Repito, decimos que si un sujeto, analfabeto, pobre y con nulo contacto con el mundo occidental de pronto ´habla´ griego, gesticula en forma extraña y menciona a Baal hasta 50 veces, entonces ´ el demonio está a las puertas´. Pero ¿el robo grosero de los CEO´s que ha producido tanto sufrimiento (más 75 empresarios se han suicidado en Italia desde el inicio de la crisis financiera) no es un acto de origen demoníaco? Hace menos de tres semanas aparecieron en Monterrey NL los cuerpos de nueve personas torturadas y colgadas de un puente (cuatro de ellas eran menores de edad); ayer los medios se escandalizaron por el aparecimiento de 49 restos humanos en Cadereyta , Nueva León y en Guatemala, las excavaciones realizadas han hecho aparecer cadáveres ya momificados de hombres, mujeres y niños (amordazados y amarrados) muertos durante el conflicto.
¿Alguien quiere levantar la mano y decir que el diablo estuvo detrás de estos hechos que sí son de importancia?
Nos enfrentamos a un serio problema, y este es, elevar en importancia el mal producido por ´lo ordinario´ y al mismo tiempo, racionalizar el Mal que va más allá de lo normal y ordinario.