En el numeral 7 del mensaje, titulado Anunciar y poner en acto el sueño de Dios (nombre extraído de la homilía del papa Francisco en la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Panamá el 27 de enero), la CEG proclama: «Como obispos de la Iglesia católica en Guatemala, queremos reafirmar nuestro compromiso en la sociedad, junto con tantos, católicos o no, cristianos o no, en la búsqueda y lucha por [sic] una Guatemala justa, incluyente y respetuosa de la diversidad cultural y religiosa».
Dicho mensaje fue emitido al concluir la asamblea plenaria anual de los obispos, la cual aconteció (en relación con los tiempos que vivimos) en un momento de mucha incertidumbre para la población guatemalteca. Por ello, en mejor momento no pudo haber venido. Nos ha quedado muy clara la relación entre el sentido de la fe cristiana y las promesas que remiten al creyente a la buena noticia anunciada a los pobres, cautivos, ciegos y oprimidos. Esta elucidación se fundamenta en Lucas 4, 16-20.
El contenido del numeral 3 es particularmente valioso. Anuncia, desde el contexto de la Jornada Mundial de la Juventud, la alegría y la esperanza de los jóvenes, así como sus sueños e ilusiones por vivir una vida en plenitud. Pero también denuncia, haciendo acopio de expresiones del papa Francisco, la realidad de sus heridas provocadas por la pobreza material y la falta de oportunidades. Llama fuertemente a la conciencia una parte del texto en la cual se consigna una cita del papa que textualmente dice: «En hogares resquebrajados tantas veces por un sistema económico que no tiene como prioridad a las personas y el bien común y que hizo de la especulación su paraíso desde donde seguir engordando sin importar a costa de quién» (papa Francisco, discurso a los obispos de Centroamérica, 24 de enero de 2019). Luego continúa la alocución de ellos: «Nuestro corazón de pastores sufre cuando vemos a tantos jóvenes, hombres y mujeres, sin hogar, sin familia, sin comunidad, expuestos a las seducciones falsas de los mercaderes que les venden espejismos de felicidad en la experiencia de placeres desordenados y expuestos a la información en los medios de comunicación, que a veces engañan y manipulan».
Apelando a la transparencia y a la verdad, dejaron muy clara su postura en cuanto a nuestro porvenir como Estado y nación: «No queremos dictaduras».
¡Gracias, señores obispos, por ser tan claros en su mensaje!
El proceso electoral que se avecina no quedó de lado. Los prelados llaman a que se desenvuelva de acuerdo al Estado de derecho. Cuando leí este emplazamiento (en el numeral 8), recordé un comentario que 24 horas antes me compartió un analista político (de los más experimentados en Guatemala): «No me da tanto miedo lo que está pasando en Guatemala. Me preocupa lo que está por venir». Y harta razón tiene. Los operadores de la vieja política están asustados, preocupados por su futuro y, en consecuencia, dispuestos a hacer lo que sea necesario para seguir detentando el poder. Porque saben (esos politiqueros) que su horizonte es muy estrecho. Se reduce a dos categorías: la cárcel o vivir a salto de mata.
Los señores obispos también apelan a la conciencia y a la libertad de nosotros, la población, para elegir a nuestras futuras autoridades. Nos recuerdan que quienes elijamos serán las personas que nos regirán durante los próximos cuatro años. Y seguidamente advierten de la elección previa que habrá en orden a los magistrados del Organismo Judicial. Literalmente dicen: «Esperamos que en todo este proceso se superen los vicios de la clase política del pasado».
Finalmente, apelando a la transparencia y a la verdad, dejaron muy clara su postura en cuanto a nuestro porvenir como Estado y nación: «No queremos dictaduras».
Por todo ello reitero: gracias, señores obispos, por ser tan claros y categóricos. Porque bien dijo el obispo Antonio de Valdivieso (martirizado en León, Nicaragua, en 1550) en su carta número 9, dirigida al príncipe Felipe: «El obispo no es solo para tener mitra y renta, sino para usar jurisdicción y remediar las opresiones que se hacen a sus ovejas» [1].
Indudablemente, su ejemplo nos alienta y anima.
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[1] Álvarez Lobo, José (1992). Fray Antonio de Valdivieso, obispo mártir de Nicaragua, 1544-1550. Cartas. Costa Rica: Editorial Lascasiana. Pág. 154.