Educación de calidad: ¿la utopía posible?

La nueva agenda de desarrollo es una invitación a repensar la educación ante las permanentes demandas sociales, económicas y culturales de la población plasmadas en los acuerdos de paz, en el Plan Nacional de Desarrollo K’atun 2032 o en la propuesta de la iniciativa privada Guatemaltecos, Mejoremos Guatemala. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) representarán un esfuerzo integral para mejorar nuestras condiciones de vida, particularmente el ODS 4: «garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos».

Aunque debemos ser conscientes de que por sí sola no basta si se carece de seguridad alimentaria, agricultura sostenible, garantía de una vida sana, trabajo, disponibilidad de agua y acceso a energía, la educación es un derecho humano imprescindible para el logro de cualquier meta.

Más allá del desarrollo económico que se espera lograr con mayores niveles de escolaridad, la educación contribuye al logro del bien común porque permite reafirmar valores humanistas como el respeto a la vida, el respeto a la dignidad humana, la igualdad de derechos, la justicia social y la solidaridad humana. Constituye una ventana de oportunidad para la población en situación de pobreza y extrema pobreza, los pueblos indígenas, las mujeres, la juventud, la niñez y quienes residen en el área rural y en asentamientos humanos.

Revisemos algunos datos de la situación educativa. En preprimaria asisten a la escuela solo 5 de cada 10 niños; en primaria, 8 de cada 10 niños; en el ciclo básico ,4 de cada 10 adolescentes; y en el ciclo diversificado, 2 de cada 10 jóvenes. Los niveles de logro obtenidos en las evaluaciones de lectura y matemática hechas por el Mineduc en el nivel primario, el ciclo básico y graduandos son deficientes.

Derivado de la situación del país, para alcanzar el cumplimiento del ODS 4 habrá dos puntos de partida: 1) el incremento al financiamiento de la educación, con un mínimo del 4 al 6 % del PIB, acompañado de la verificación de la calidad del gasto; y 2) la garantía de contar con buenos docentes a través del fortalecimiento de su formación inicial y continua. A su vez, esto requeriría la implementación de la carrera docente.

Además, contamos con lecciones aprendidas que sería conveniente retomar o fortalecer. Algunas decisiones de política educativa parecen haber sido acertadas, como es el caso del programa de transferencias monetarias condicionadas en sus inicios, la gratuidad de la educación, la elevación de la formación docente al nivel superior, la instalación estructural y funcional del Consejo Nacional de Educación, la creación en el Mineduc de la que se convirtió en la Digeduca (para proporcionar información que permitiera velar por la calidad educativa) y la creación de los Programas Nacionales de Lectura y Matemática. No obstante, algunas de ellas no tuvieron continuidad.

Las tareas pendientes son crear un modelo de educación bilingüe intercultural aplicable en el aula, atender adecuadamente la educación de adultos, replantear la alfabetización (que ya no puede ser concebida solo como la etapa inicial, sino que debe garantizar la post alfabetización), los programas de apoyo del Mineduc (útiles escolares, libros, organizaciones de padres de familia y programas de beca) concebidos con altos estándares de calidad y la formación técnica y profesional vista como una estrategia para acceder al empleo, el trabajo decente y el emprendimiento.

Asimismo, es tarea pendiente atender las necesidades de la USAC, con el incremento presupuestal establecido por la Constitución Política proporcional al número de estudiantes con los que cuenta y al mejoramiento de la calidad educativa, y concretar la urgente reforma universitaria.

El ODS 4 es una utopía posible. Como proyecto post-2015, parece irrealizable, pero la historia reciente nos muestra que es posible a través de mecanismos de diálogo y grandes acuerdos nacionales.

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